Sabiduría del silencio
La sabiduría de un ser humano está en discernir interiormente lo que significan las experiencias del diario vivir, acciones que nos tocan a todos, pero que pocos saben apreciar su valor. La vista, el oído, el gusto, el tacto y el olfato, nos orientan para enfrentar la irreverencia de la ignorancia de los que hablan, pero no actúan. Actuar implica discernir e identificar la solución de los problemas, para tener la clave en la toma de buenas decisiones. Los que murmuran sus necesidades descubren sus debilidades, y administrando su silencio, economizan sus recursos.
Aprendemos el arte de vivir con calidad, sin jactancia y vanidad de los que quieren ser protagonistas sin apoyarse en una gestión. El guion de la vida se escribe con realidades que solo ofrece la capacitación de lo que trabajamos, porque esas realizaciones son la meta de lo que queremos. Administremos el silencio y callemos frente a las banalidades de los que dejan sus ideas en el vacío.
Es tan importante saber callar, que con el silencio crecemos en el discernimiento para lograr virtudes que nos fortalecen. Como expresara Oswaldo Altamirano: “Callar sobre los defectos de otros es caridad”. “Callar cuando se sufre es heroísmo”, “Callar sin necesidad de hablar es prudencia”, “Callar ante el sufrimiento ajeno es cobardía”, “Callar ante la injusticia es flaqueza”, “Callar cuando Dios nos habla al corazón es silencio”; y el silencio, oportunamente, es “sabiduría”.