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Encuestas: Abinader valorado y preferido

Los encabezados de la pasada semana refirieron dos grandes socio narrativas, relativas a la situación vigente en al menos dos ámbitos de la vida nacional. La primera: el inicio de nuevos procesos judiciales contra ex funcionarios del pasado gobierno, sindicados por la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción (PEPCA), la Dirección General de Persecución del Ministerio Público y la Procuraduría General Adjunta como responsables de actuar asociados para delinquir contra el gobierno dominicano por miles de millones pesos.

La segunda: la difusión, desde una reducida cantidad de medios de información, unos relativamente independientes y otros abiertamente sindicados con el partido del pasado gobierno, dando cuenta de que el presidente Abinader concita la aprobación mayoritaria de la población y de que, de ser las elecciones presidenciales del próximo año en el período en que fueron encuestados (primera quincena de marzo, 2023), el Presidente ganaría en primera vuelta con al menos el 52% de los votos a emitir.

Sólo después de la medio semana, el tema de la Cumbre Iberoamericana y del Encuentro de Empresarios regionales que organizan la Cancillería de la República y el Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), lograron cierta cobertura mediática.

Las encuestas en las guerras políticas por el poder

No existe mejor táctica que hacer creer al adversario que es fuerte y que puede derrotar a todos. Eso termina infundiendo un sentido de seguridad carente de correspondencia con la realidad porque las batallas políticas no se ganan sino hasta que se ejerce el sufragio y las militares hasta que se toma total control del terreno de las batalla. Es un ardid ventajoso para los procuradores de poder que, incluso cuando consienten en una verdad, la instrumentalizan con otros objetivos, que veremos.

Antes que mover al triunfalismo en las huestes pro-oficialistas, las referidas encuestas deberían activar profundas reflexiones sobre sus origines, intereses y patrocinadores. Conformarse con “saber” o celebrar por quienes “están” arriba o “abajo” es una exposición/lectura simplista. Es imposible dotar de total “credibilidad” alguna “investigación” en este mercado electoral y ocasión, como hemos dicho, hipotético y cambiante, que apenas empieza a re-ajustarse después de la crisis de la pandemia de la Covid-19, a un ritmo obstruido por los efectos económicos y comerciales de la guerra ruso-ucraniana en medio del cual la economía dominicana, por la gestión del presidente Abinader, reporta auspiciosos resultados que, sin embargo, muchos no perciben por el pésimo trabajo comunicacional de sus responsables y funcionariado.

La actual continúa siendo una coyuntura retadora. El panorama surgido de la combinación de los efectos de las recientes crisis cobró sus primeras víctimas en las alzas globales de la inflación que, en el intento por contenerla, llevó a las autoridades regulatorias monetarias de todo el mundo a optar por una segunda vacuna: el incremento de las tasas de política monetaria. Esta, como es sabido, produce efectos secundarios adversos al crecimiento y genera un efecto no deseado:

ralentiza el flujo de dinero hacia la producción y constriñe la demanda. Juntas, desaceleran el crecimiento, colocando a todos en espera, en “Standby”. Agregada a otras causas, relativas a la imprevisibilidad y exacerbada confianza en algunos instrumentos de resguardo financiero, esa política restrictiva monetaria está causando otro escenario en desarrollo: la quiebra de dos bancos en los Estados Unidos y el temor de que pueda expandirse. Tal panorama, obligó al Credit Suiss Bank de Suiza a aceptar y declarar su arrastrada situación de quiebra causada por —incluso— su desvinculación del sistema jurídico-financiero internacional, al punto de resultar absorbido por el USB Bank de ese país, en tanto las demás economías de Europa incrementan la regulación y observancia de este ámbito de negocios tan vinculado a la urgencia de algunos de potenciar sus opciones geopolíticas mediante la obstrucción del comercio internacional.

Creciendo y estables, aunque con permanentes pellizcos y, en el zapato, piedritas

Los estudios de valoración política y decisión de voto despachados recientemente tienen lugar en medio de la declaratoria importante del Banco Central y la Junta Monetaria de que el sistema financiero nacional y los bancos no están en riego de infectarse con el virus que contagió a bancos regionales de los Estados Unidos. ¿La explicación del ente regulador nacional? Nuestra banca carece de vínculos de negocios con ellos, de modo que ningún centavo del patrimonio y activos bancarios nacionales ha sido colocado allí en ningún tipo de instrumentos de resguardo o inversión.

En el panorama local, la economía nacional está considerablemente estable, con un crecimiento de la inflación de décimas. Sin embargo, la subyacente, según el BanCentral, fue +6.40% al cierre de febrero del 2023. Esto es -0.20% que la registrada en igual período del 2022. La inflación nacional interanual empezó a caer en julio, 2022. Desde entonces pasó de 9.43% a 6.38 en febrero 2023, perdiendo 3.05%, equivalente a su vez a casi un tercio (-32.34%) que la registrada en julio 2022.

Sin embargo significa que, aunque menos, el aumento de precios persiste. Peor aún, que continúan creciendo sobre lo que habían crecido. En tanto el Índice de precios al Consumidor (IPC) continúe arrojando cifras positivas, el riesgo político para los partidos en el gobierno en todo el mundo se mantendrá. Se trata del punto de origen de un riesgo político mayor si quienes resultan afectados por las crisis y las políticas integran la población más amplia y sensible, porque impactan sobre ellas, reduciendo calidad y opciones a sus urgencias cotidianas y subsistencias.

Especialmente si: a) el precio de los servicios de la administración pública y la salud encarecen, como está ocurriendo: +5.8% y +6.6%, respectivamente, en enero, 2023; b) la caída de la demanda empuja a la baja actividades importantes como la construcción (-11.5%) y el comercio (-0.7%) generadores de ocupación, y c) los más pobres (quintil 1) pagan los bienes y servicios casi dos tercios (+37.5%) más caros que los más ricos del quintil 4 de ingresos.

De tal modo, aceptar como válidos los eufemismos de las nomenclaturas económicas se constituye en factor que acredita al riesgo político. Pasar de medir la Pobreza Real (PR) para preferir hacerlo con la Pobreza Monetaria (PM) en medio de una sostenida expansión de las masas monetarias (MM) en todas sus variantes, como ocurrió del 2020 al 2022, producto de las políticas anti cíclicas, es comportarse como la avestruz o hacerse un traje a la medida sin que importe su correspondencia con la realidad porque este constituye un recurso políticamente agotado por el abuso a que fue sometido en las narrativas de los actores y las comunicaciones de las pasadas administraciones.

Sólo la comparación de las variaciones reportadas en el IPC y la propia tasa de PM tienen la capacidad de construir afirmaciones que desmoronan este tipo de argumentos. Amparados en datos del BanCentral, se observa que la inflación interanual a diciembre del 2022 varió de +8.5% a +7.783, perdiendo 1.5% como tasa de IPC. Notamos, sin embargo, que la línea de su trayectoria describe una evolución prácticamente invariante. Durante cada mes meses del año anterior ganó por sobre +0.21%, su menor tasa de crecimiento. De tal modo, en tanto los precios encarecieron con persistencia, sobre el nivel del 2022, para cerrar +7.83% más caros, la PM redujo en apenas 2.1 puntos porcentuales (ppc), según el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo. Es decir que la gente tuvo más dinero con el cual pudo adquirir -5.62% bienes y servicios.

El funcionariado, la encuesta y la optimización de las gestiones

En una coyuntura económica tan sistemáticamente desfavorable para la gente, el reto es que tales indicadores de aprobación reportados por las encuestas se sostengan o se alcancen si no están revestidos de total veracidad. Y que el gobierno haya despachado medidas compensatorias como el incremento del salario mínimo y de las ayudas sociales.

Uno de los patrocinadores de una de las encuestas realizadas en el período dejó claro que lo importante de estas para los actores políticos no eran los resultados macros que, con relación a las candidaturas y figuras, se habían obtenido. Fue enfático al afirmar que lo relevante era “observar las tendencias”. Unas que en su encuesta, por ejemplo, indican que la simpatía ciudadana a favor del presidente Abinader varían a una tasa mensual superior al -4%. E ahí la instrumentalización política de estos estudios de mercado que, como recurso, prefieren evitar la confrontación con un Ejecutivo en ejercicio, que no ha declarado su decisión de buscar un próximo mandato, a la vez que activan la competencia en el entorno de la lucha de los dos partidos de mayoritarios de la oposición tras el posicionamiento en el segundo lugar tanto de la valoración de sus posibles o declarados candidatos como de la intención de votos a su favor. Es un factor coincidente en las referidas encuestas que podría apuntar a que tienen puntos de partida e intereses convergentes.

En esta coyuntura cuasi preelectoral el rol del funcionariado adquiere importancia como unidades capaces de sumar o restar al pretendido triunfo. Su opción más racional es apostar por mejorar la gestión, es decir fortalecer la gobernabilidad, principalmente en aquellos ámbitos que más inciden en la cotidianidad ciudadana. Producto de la pandemia de la Covid-19, el ingreso de personas sin experiencias ni estudios ni conocimiento sobre administración, gestión y entramado jurídico gubernamental público dominicano, el partido en el gobierno perdió un gran tiempo y todavía parece empantanado en aspectos básicos relativos a esos procesos, afectando seriamente la fluidez de la gestión y, con ello, las posibilidades de robustecer las gobernabilidades mediante el despacho oportuno de soluciones, la democratización de las oportunidades y la valoración del talento.

Está claro que el panorama preelectoral nacional describe los síntomas de su sempiterna encuestitis, en tanto la gente es escéptica a las encuestas que no proceden de fuentes acreditadas. En la actualidad, estas fuentes acreditadas se mantienen observando los mandatos de la Ley Electoral al respecto, desvinculándose de hacerlas públicas aunque las realicen para consumo interno. Las simpatías reportadas actualmente para los candidatos difieren significativamente con las “informadas” a fines del 2022 por lo cual nadie se debe tragar sus propias mentiras sin riesgo de quedar atrapados en ellas, especialmente cuando la credibilidad con que cuentan las encuestadoras locales no son transferibles a encuestadoras internacionales cobijadas bajo las mismas franquicias.

El presidente Abinader cuenta con una gran aprobación, mayoritaria sin dudas. Ante esta realidad, el reto del funcionariado que lo acompaña es trabajar para que ese posicionamiento sea fortalecido, lo mismo que es obligación de los adversarios trabajar para fortalecer sus propuestas y candidaturas, en ejercicio de su derecho y obligación. No es dable ignorar que la esperanza de la gente puede cifrarse más en la promesa opositora que en la falta de satisfacción gubernamental. El partido político en el gobierno no puede alegar carencia cuando su funcionariado, en la percepción popular, está guisando.

La democracia tiene paradojas de embeleso: con la oposición la gente tiene posibilidad de soñar, imaginar. Con el funcionariado, con el partido en el gobierno, la única decisión es resolver y punto y ya. Es la dinámica racionalista de la participación democrática. La gente ha aprendido que “prometiendo nadie quiebra”. La casadera que busca pretendiente se comporta como monja y recatada ante su preferido aspirado porque dispone de las posibilidades de sacarla de su suplicio. A la vez, e ilógicamente, es solícita, desinhibida y complaciente con el vecino que sólo le puede dar tragedias y el gusto. Lo que daría a aquél no lo regala a éste.

En esta primera parada de los desengaños y las posibilidades, el partido en el gobierno parece haber escogido la vía de la inmovilidad táctica de un sector de sus adversarios y eso posibilitará ganar un tiempo relativo porque el gobierno no es culpable de lo que decidan finalmente los jueces con relación a los casos judicializados, sobre todo cuando los jueces dominicanos son chivos sin ley, dictan sentencia a su único antojo y cuando no tienen argumentos o pruebas para sustentar las decisiones que desean emitir, entonces congelan las sentencias per saecula saeculorum hasta que los casos caen en el limbo práctico de las injusticias, sin que los gobiernos hagan algo para cambiar una situación a través de la colectivización de la justicia, como en los Estados Unidos, abriendo las posibilidades legales para que las sentencias las emitan jurados.

Luego están “los tecnicismos”, otro subterfugio del sistema legal para garantizar la impunidad, gracias al cual la gran mayoría de acusados de inconductas frente al erario goza de libertad práctica en sus hogares pues —no debe creerlo alguien— la gente no se traga eso de la “prisión domiciliaria” en un país donde el sistema de justicia no cuenta con recursos para garantizar la activación de la fuerza pública cuando la ciudadanía la requiere para hacer valer la ley, sus sentencias y derechos.

Del mal de la justicia o de otros àmbitos, la gente continuará responsabilizando a los gobiernos en ejercicio, sea quien fuere, y los gobiernos los encarnan los presidentes. En los países presidencialistas, cuando los presidentes deciden todo, la gente les agradece la suerte —si las tienen— y los culpa de sus males y desdichas.

En ese entorno tan abigarrado de intolerable deficiencias de la calidad de la ciudadanía, pretender que lo que es hoy continúe igual mañana es un irresponsable idealismo que sólo ejercen muy pocos actores políticos y sufragistas.

Una de las mejores formas de garantizar que un presidente como Luis Abinader continúe gobernando más allá del 2024 es mejorando la gobernabilidad, intensamente. Una responsabilidad de los funcionarios que para eso él designó.

Qué bueno que el ejecutivo dominicano está recibiendo el apoyo de la ciudadanía y reconocimiento a su gestión que reportan esas prematuras encuestas. Sin embargo, se impone advertir No cantéis victoria tan anticipadamente, para que no tengáis que escuchar la frase de la sultana Aixa bindt Muhammad ibn al-Ahmar, madre de Muhammad XI (Abu Abd Allah: “Boabdil El Chico”, El Zogoby): Lloras como una mujer lo que no supisteis defender como —lo actualizamos— eficientes y comprometidos servidores públicos.

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