Hipocresía
En la semana que finaliza hoy se activó un volcán de informaciones a partir de la ocurrencia de varios hechos preocupantes que, aunque de naturaleza disímil, han provocado una verdadera consternación en no pocos dominicanos. Los más relevantes de tales hechos son, sin duda, los allanamientos y subsecuentes apresamientos de tres exministros del pasado gobierno de Danilo Medina y, el más inesperado, el anuncio hecho por el expresidente Danilo Medina de que ha sido diagnosticado con cáncer de próstata en etapa inicial.
En el primero de los casos, o sea, el de los allanamientos y apresamientos de los tres exministros -dos de los cuales, Gonzalo Castillo y José Ramón Peralta, son mis amigos-, a pesar del impacto que ha tenido, su desenlace era posible. Habían estado siendo investigados por el Ministerio Público en torno a los hechos que este les imputa hoy. Sin embargo, la mayor preocupación que comporta la gran mayoría de los dominicanos es que con estos casos ocurra igual que con los demás que les han precedido, cuestión deducida de la repetición de su dinámica: la filtración de informaciones de la investigación; las famosas tres mil y tantas pruebas de las que al final muy pocas resultan tales, porque no es lo mismo pretensión probatoria que prueba y, sobre todo, la forma en que se hicieron los allanamientos (innecesaria nocturnidad y gran despliegue publicitario).
Con el caso del padecimiento del expresidente, mi amigo, Danilo Medina todo el mundo puede imaginar las intrigas que tensionaron su espíritu y causaron su quebranto. Y no es descartable que algunos hasta puedan estar experimentando una secreta e inconfesable satisfacción por ello. Es más, ya oí un desalmado pseudo izquierdista confesarlo. Otros, más hipócritas, disimulan. No sería la primera vez que los enemigos de un político cambian -supuestamente- de actitud respecto de él cuando lo creen inmerso en la desgracia irreversible: ya en el pasado, un candidato a la presidencia que con su slogan “mano limpia” hizo que un presidente se diera un tiro, se mostró compasivo ante tal desgracia. A Reinaldo Pared no lo dejaban tranquilo poniéndole epítetos (que si pechito, que si se enlodó o no, etc.) y una vez diagnosticado cesaron los ataques, como si sus detractores hubiesen sido beneficiarios de una misa de salud. Naturaleza hipócrita de algunos humanos. Con todo, somos más los que oramos por Danilo, y yo decreto su total sanación, en el nombre todopoderoso de Dios. Danilo Sanará y reivindicará su buen nombre.