La revelación de Dios
Acaso la revelación de Dios no es parte de su pedagogía para manifestarse gradualmente por etapas, la primera cósmica haciendo acto de presencia a través de las cosas que ha creado, la segunda en el Antiguo Testamento con hechos y palabras, finalmente a través de Jesucristo, palabra última y definitiva.
Pero en esto, espacio y tiempo juegan un papel trascendental, ya que ambos no provienen de la experiencia, sino que se trata de intuiciones que nos dan a conocer algo como producto de nuestra sensibilidad, entendida como la facultad de tener percepciones.
A Dios nadie lo ha visto, pero se puede explicar su existencia aludiendo a lo que Inmanuel Kant explica por medio de tres argumentos que expuestos como intuiciones puras permiten descubrir las condiciones para que algo sea cognoscible. El primero es ontológico, que parte de la idea de un ser perfecto que como tal tiene que existir, porque si no existiera le faltaría la perfección y no sería perfecto, y en ese ser perfecto está contenida la idea de la existencia. El segundo es cosmológico, esto es, que basta enumerar una serie de causas hasta tener que llegar a detenerse en una causa incausada que es Dios. Por último, físico-teleológico, se trata de la finalidad, esto es, describir y descubrir en la naturaleza unas formas reales de cosas adecuadas a un fin, como es todo cuanto concierne a la estructura y funcionamiento del organismo humano, mejor ejemplo de que Dios Creador es la fuente de todas las cosas, además que la belleza de la creación revela su omnipotencia de Padre amoroso.