El verbo trajo la primavera
El poder que tiene el verbo, la palabra, es innegable.
Por medio de la palabra construimos o destruimos.
Juan nos dice que desde el principio existía la palabra y que por la palabra se hizo todo, y sin ella no se hace nada.
La grandeza de la palabra la vemos cifrada cuando a Jesús se le identifica y se le define como la “Palabra eterna del Padre”.
Y esta palabra se hizo carne, trayéndonos la verdadera y eterna primavera de la que todos gozamos por su salvación.
Cuando acogemos esta palabra en nuestras vidas, entonces nuestra vida cambia, la primavera llega y sentimos los efectos que tiene una palabra encarnada, vivida y pronunciada.
Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.