De calamares y fuego
La mitología atribuye a Prometeo, el buen acto de traer el fuego a los humanos, provocando la ira de Zeus, que envia un águila que se comía el hígado de Prometeo cada día, porque a este le volvía a crecer cada noche, por ser inmortal, es Heracles, quien lo libra de ese martirio.
Con la decisión judicial que puso en libertad al administrador de la Lotería Nacional, en el caso 13, expresamos en nuestro artículo “La Charada del 13…”, que la lucha contra la corrupción había perdido fuerza e interés.
Este fin de semana con los pormenores del caso Calamar, con tres exministros presos, 40 allanamientos y no pocas reacciones a favor y en contra, algunas hasta folclóricas, parece que el fuego ha sido devuelto a los humanos, al Ministerio Público es mejor decir, por Prometeo. Todos anhelamos el fin de la corrupción en el Estado, que ponga freno a la dilapidación de fondos públicos, el tema, sin embargo, tiene muchas aristas. El mantra esencial en estos procesos es el reclamo del respeto al debido proceso, las garantías procesales, la presunción de inocencia, conscientes de la necesidad de un verdadero régimen de consecuencias en el país.
La puesta en marcha de esta jornada en horas de la noche es del tipo de cosas que uno sigue sin entender y abona los cuestionamientos por el aparataje en acciones judiciales.
La primera sorpresa, es la inclusión entre los detenidos del excandidato presidencial Gonzalo Castillo, porque en los dos años, que viene batiéndose el caso contra Donald Guerrero, del cual se conocen casi todos los detalles por las filtraciones del Ministerio Público, no se le había mencionado con relación al mismo, ni interrogado.
El presidente del PRSC, Quique Antún, criticó “el aparataje” de los apresamientos y el expresidente Hipólito Mejía ha dicho que no le gusta la retaliación, que no cree en la libertad absoluta de la justicia y que: “los problemas de la tranquilidad del país hay que preservarlo, ahora el que metió la pata que lo pague”.
El PLD atribuye propósitos políticos a la acción y cuestiona el destino de los procesos que involucran a funcionarios del actual Gobierno, así como el financiamiento de la campaña del partido oficial, por parte de implicados en la operación Calamar y de personas extraditadas por narcotráfico, que fueron parte de la boleta del partido oficial.
En Twitter, Mauricio de Vengoechea, asesor estratégico del presidente, decía: “¿Se acabaron los intocables? Me refiero a la serie de TV por supuesto”. Una declaración que podría calificarse de inoportuna.
El calendario nos coloca a poco más de un año de las elecciones, lo que podría favorecer el argumento de la motivación política.
Mientras que el componente de la financiación de la campaña es un elemento que como la tinta del calamar puede enturbiar las aguas, manchando a todos los actores, a todos, lanzando el rol de los extraditados en el financiamiento de la campaña oficialista a un primer plano de la discusión.
A golpe de la Operación Calamar se le muestra el fuego a un partido opositor que, nos guste o no, conserva fuerza electoral y capacidad de movilización, radicalizando su rol opositor, con todo lo que eso implica. El fuego, como se sabe, sirve para muchas cosas buenas e importantes, pero también quema. Hay que ver hacia donde el viento proyecta las llamas, si para cocinar bien el calamar o a las manos de quien sostiene la sartén.