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Los recién resucitados jesuitas eligen superior

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Muerto Brzozowski el 5 de febrero de 1820, la pequeña Compañía de Jesús restaurada por Pío VII en 1814 debía elegir superior general, pero tropezó con serias dificultades. El jesuita italiano Luigi Rezzi junto con otros compañeros sostenía que la Compañía de Jesús “restaurada no era idéntica a la anterior de la supresión”. Según ellos: el general ya no tendría que ser vitalicio, ni tampoco era necesario distinguir entre los profesos y los coadjutores espirituales. Rezzi se ganó la confianza del Padre Mariano Petrucci, a quien Brzozowski había nombrado vicario general antes de fallecer. Ante Petrucci y las autoridades pontificias Rezzi manifestó sus serias dudas sobre la calidad de los jesuitas que habían profesado durante la supresión (1773 – 1814).

En la curia papal se temía que los jesuitas eligieran general a uno de los Padre de la Fe, congregación inspirada en la Compañía cuyo fundador, el Padre Paccanari, no era santo de la devoción de Pío VII. La congregación general estaba convocada para el 14 de septiembre, pero el cardenal della Genga, escuchadas las dudas del P. Rezzi, pidió que la congregación se retrasase hasta octubre con la excusa de esperar a los jesuitas polacos. Luego se llegó a hablar de tener congregación general en la próxima primavera.

Un grupo de prominentes jesuitas logró exponer ante el cardenal Consalvi, el 25 de septiembre 1820, la necesidad de celebrar cuanto antes la congregación para que no se introdujeran novedades y para remediar cualquier fallo. Se le pedía al papa que con su autoridad sanase y declarase válidas las profesiones que Rezzi cuestionaba. Pío VII captó el problema, accedió a todo y la congregación inició sus labores el 8 de octubre.

Cuando la congregación general quiso declararse canónicamente legítima chocó con la oposición de los padres Petrucci y Pietroboni. Petrucci renunció y al día siguiente retiró su renuncia alegando que solo podía hacerlo en manos del papa. Temiendo un cisma, los jesuitas congregados lo depusieron y lo sancionaron junto con el P. Pietroboni. Al intrigante Rezzi y su ayudante se les aconsejó pedir su dimisión. Al negarse, fueron dimitidos.

En la segunda votación fue electo general Luis Fortis. Inmediatamente sometió un decreto declarando vigente toda la legislación anterior de la Compañía de Jesús. Fue aprobado unánimemente. La renacida Compañía de Jesús vivía y coleaba.

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