Opinión

¿La hora de la repostulación?

Cristhian JiménezSanto Domingo

El presidente Luis Abinader, tijera en manos, concluyó febrero a ritmo trepidante previo a su discurso desde el Congreso Nacional, que más allá de rendir cuentas motivará la “necesidad” de que los dominicanos le concedan otros cuatro años a partir del 2024.

En la puesta en escena, las cuentas sobre lo realizado, lo que está en ejecución y lo proyectado, flotará el requerimiento de mayor tiempo para completar la redención, el cambio prometido.

Según la Constitución, el mandatario deberá rendir cuentas anualmente ante la Reunión Conjunta de las cámaras “de la administración, presupuestaria, financiera y de gestión”, “acompañada de un mensaje explicativo de las proyecciones macroeconómicas y fiscales, los resultados económicos, financieros y sociales esperados y las principales prioridades que el gobierno se propone ejecutar” dentro de la ley presupuestal del año en curso.

Tradicionalmente los presidentes dominicanos cuentan obras y realizaciones y anuncian otras, pero los mensajes son fundamentalmente políticos, estratégicamente electorales a la puerta de las votaciones.

Abinader procuró (recuerden la reunión del consejo de ministros del 22 de diciembre último en la que el mandatario instruyó acelerar la construcción) concluir proyectos de infraestructura y avanzar en las grandes obras para contener los lances opositores y tener más cifras que citar al auditorio nacional de hoy.

En enero escribí que el presidente había tomado la delantera a la oposición en las calles, empero en febrero se empeñó en entregar más títulos de tierra, apartamentos y viviendas, escuelas, acueductos, hospitales, comedores económicos, polideportivos.

Además, inauguró la circunvalación de Azua, la entrada de La Romana, tramos carreteros en el norte y nordeste, elevado de Andrés y la marginal de la autopista Las Américas, asfaltado de calles y avenidas en provincias. La terminación de algunas de estas obras, unas heredadas y otras iniciativa de la actual gestión, como refirió el viernes último Listín Diario, habían sido prometidas para el año pasado.

Abinader enfrenta los retos de la seguridad ciudadana, que pasa por una reforma policial con variados tropiezos; la arritmia del Ministerio de Ambiente, su definición ante las tres causales y la ley de seguridad social y la lucha contra la corrupción y por la transparencia en medio de la sordidez de una campaña electoral.

El gobierno recibió el aliento de la ONU, cuyo representante local, Mauricio Ramírez Villegas, dijo en una ceremonia en el Palacio Nacional que los índices de corrupción de la República Dominicana han mejorado en el ranking mundial.

En esa actividad fue que el presidente Abinader proclamó que “ningún evento, absolutamente ningún evento, ni político ni electoral ni de gobierno nos va a disminuir el plan que tenemos de lucha contra la corrupción y de cero tolerancias. Escuchen bien, cero tolerancias a prácticas corruptas en el gobierno”. El mensaje llegó en momentos en que la oposición política denuncia alegadas compra de líderes municipales con fondos estatales.

Empero, el mayor impacto y desafío lo representa el tema economía por la carestía de los alimentos y servicios, con factores ajenos al control interno como la recrudecida guerra global, que tiene como principales protagonistas físicos a rusos y ucranianos. Estimulantes, aunque hay que tener cuidado por “aquello del consuelo de tontos”, las ventajas competitivas y las proyecciones de crecimiento, en comparación con otros países de la región, que reportan organismos internacionales.

El gobierno está compelido a un reajuste en los precios de los derivados del petróleo, a partir de la fuerte caída en las cotizaciones del crudo, pese a que se reconoce que asimiló consistentes alzas desde febrero del 2022. Incluso hay sectores que esperan algún anuncio impactante en este sentido.

Mientras, el morbo espera cambios en el gobierno y algunos adelantan listas…

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