Importación de vehículos
He visto un video, enviado por las redes, en el que un distribuidor de vehículos usados imploraba al presidente Luis Abinader la reducción de los impuestos que se aplican a este tipo de negocios.
Decía que todos los que se dedican a la venta de vehículos usados se encuentran al borde de la quiebra debido a la carga impositiva con que se grava su actividad comercial. Realmente ignoro la cantidad de negocios de este género existentes en el país, pero sí conozco varios directivos de gremios que los agrupan, en Santo Domingo y en Santiago, quienes dicen ser un sector tan representativo de nuestra economía que el Estado no podría prescindir de sus contribuciones sin quedar sensiblemente lesionado en sus ingresos.
La súplica del señor en cuestión provocó que reparara en la cantidad de vehículos que entra al país anualmente y, si bien tampoco dispongo de datos estadísticos al respecto, sí veo -porque lo ve todo el mundo- que es mayor de la que, objetivamente considerada, soporta nuestra infraestructura vial. Y, si quieren comprobarlo, solo piensen en las ferias de automóviles que realizan trimestralmente los bancos comerciales, cuyos volúmenes de financiamiento, por cada entidad y feria, siempre rondan o alcanzan los 5 mil millones de pesos.
La banca comercial no es la única que hace este tipo de ferias. Hay varios gremios de distribuidores de vehículos usados que las hacen con idéntica frecuencia. A todo esto, sumemos la cantidad de personas que trae vehículos al país, ya para uso personal, ya para venderlos informalmente. Y, sin embargo, nuestras calles y avenidas son casi las mismas. Por eso cada día se vuelven menos transitables.
Pero ahí no termina este cuento: hay varios legisladores promoviendo que se aumente a diez años, desde su fabricación, el permiso para importar vehículos que actualmente tiene tope de cinco. Lo anterior pone de relieve que el crecimiento económico enarbolado por los gobiernos que hemos tenido hasta hoy incluye los aportes de una serie de actividades resultado de la elección caprichosa e ignorante de algunos y del descuido de los que están llamados a establecer controles mediante la normativización del desempeño de nuestra economía.
No bastan los impuestos como forma de indirecta de restricción, porque ello es indiferente a quienes ignoran el impacto que puede ejercer su actividad. Y cada uno gasta su dinero en lo que prefiere. Es hora de imponer cuotas restrictivas a la importación y masificar el transporte.