Reconsiderar eleva, no reduce
He dicho, más de una vez, que la situación haitiana admite tres enfoques: un enfoque teorético, cuya utilidad se contrae a la producción de nuevas conjeturas acerca de sus causas (antropológicas, sociológicas, jurídicas, económicas, políticas e históricas en el sentido general de la materia); un enfoque desde la perspectiva de los intereses de los haitianos como país, nación y Estado; y un enfoque desde la perspectiva de los dominicanos, también como país, nación y Estado. También he dicho que, sin desdeñar el aspecto humano que encierra la cuestión, compelido por un imperativo categórico deducido de mi particular observación del fenómeno, me mantengo asido al interés de la preservación de nuestro Estado y su soberanía.
Ni me aferro a las teorías acerca de una agenda equis que persigue la fusión de ambos países en un solo Estado ni las rechazo. Me mantengo como crítico observador y valiente opositor a toda suerte de política exterior nuestra que nos ponga en riesgo de disolución progresiva como nación.
Por lo anterior, me siento convocado a levantar mi voz de alerta ante la pretensión de que se legisle para otorgar estatus migratorio alguno a las víctimas del delito de trata de personas. Máxime, si tomamos en cuenta que ya existe la “LEY No.137-03, SOBRE TRÁFICO ILÍCITO DE MIGRANTES Y TRATA DE PERSONAS”, que supongo honra suficientemente el compromiso asumido por nuestro país al ratificar el “Protocolo de Palermo” y encaja en la “LEY MODELO CONTRA LA TRATA DE PERSONAS” promovida por la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y El Delito (ONODC), por sus siglas en inglés, la cual, en tu artículo 38, numeral 2, literal “g” sugiere “Establecer medidas de control fronterizo”. Mi modesto olfato político me dice que voces malintencionadas han susurrado al oído de nuestro presidente la idea luminosa de que esta sería una fórmula ideal para “estar bien con Dios y con el diablo”.
El presidente Abinader ha demostrado ser dialéctico al reconsiderar muchas iniciativas que el pueblo estimó erróneas. Y, como es una realidad el hecho de que la mayoría de nuestros presidentes han dado a la situación haitiana el tratamiento del famoso merengue de Jonny Ventura titulado “Un pelliquito y mándate a jui”, reconsiderar una más no lo reduce, sino que lo eleva. Todos verán en él lo que más apreciaría: un gobernante sabio y autónomo. Señor presidente, por favor, dele hacia atrás a ese anteproyecto.