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Los vilipendiados

Por envidia, por recelo o por encono, muchos comentaristas y periodistas no le perdonan al presidente Luis Abinader que tomara en cuenta a Roberto Angel Salcedo para ser parte de su gabinete.

Pero tampoco le perdonaron al presidente la designación de Iván Ruiz al frente de RTVD.

Ellos han sido víctimas del vilipendio que produce a veces la trascendencia y otras veces las pugnas políticas. Lo cierto es que estos dos “delitos” han desnudado los pobres sentimientos de muchos.

Ambos han desatado un brote de críticas y descalificaciones con más visos de animadversión que de racionalidad, invalidando así las críticas y dejando entrever la predisposición de ciertos juicios. La maledicencia solo concibe y festeja los logros propios, pero no resiste el brillo ajeno, aun sea este loable.

En los dos casos que hemos citado, estamos delante de dos jóvenes que han logrado trascendencia social y profesional con su trabajo y han alcanzado notabilidad y reputación en sus quehaceres. Se puede cuestionar cualquier cosa de ambos, pero son dos personas que limpiamente han ganado méritos en la sociedad. Desde la televisión han ganado popularidad y admiración en amplios sectores de la población. Dejemos que sean sus desempeños los que hablen y juzguemos a partir de los mismos. No es válido el desmérito a priori. El tiempo dirá si fue o no un acierto del presidente su selección para esos cargos.

La gente que hace vida pública va acumulando simpatía y antipatía en el camino. Tiene que cargar con lo bueno y lo malo en el desarrollo de su trabajo. Cosechan de manera gratuita ambos sentimientos. Nunca hay unanimidad en la valoración del público.

Ese es el precio a pagar por exponer al escrutinio de la colectividad el trabajo que se hace a la luz de los demás.

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