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Reinventado promesas políticas

Había una época, en la publicidad de partidos y políticos dominicanos, donde solo se explotaban los valores morales de los candidatos en sus campañas. Los argumentos de las mismas se sustentaban en la honradez y la seriedad de los prospectos.

Solo importaban esas cualidades para su propaganda y eran aspectos con los cuales el mercado de votantes se identificaba.

De esa época es el lema de “manos limpias” que enarboló Nandy Rivas en la campaña que llevó al Dr. Jorge Blanco al poder en el 1982.

Para entonces, todavía tenía vigencia este tipo de discurso publicitario en el marketing político local y el mismo descansaba mucho en la imagen del candidato, en su reputación personal. Se había cuestionado tanto a partidos y líderes, que adquiría un enorme valor cuando una persona podía blandir este lema sin cuestionamientos. Cuando este discurso dejó de ser útil por los desencantos de los votantes y las inconductas de los políticos, entonces fue preciso reinventar otras promesas.

Ante esta realidad del mercado los estrategas de las campañas tuvieron que apelar a las investigaciones y mirar un poco más allá de las bondades intrínsecas de los candidatos y explotar situaciones del mercado relacionadas con aspectos vinculados a las conformidades e inconformidades de la gente. Entonces el discurso dependía de las insatisfacciones o de los aspectos que en términos de respuesta podía prometer el candidato.

A partir de ahí las campañas dejaron de estar inspiradas en nombres para hacerse más racionales y más sintonizadas con las necesidades reales del mercado.

Podemos recordar algunas frases que se quedaron en la mente de la población y que respondían a otras exigencias muy lejanas a la honra de los candidatos: “E pa afuera que van”, “Primero la Gente”, “Para corregir lo que está mal, continuar lo que está bien y hacer lo que nunca se ha hecho”; “Tranquilo con Danilo”, en fin, una cantidad de slogans que dejaron de lado los méritos y bondades personales de los candidatos para aterrizar en otras promesas de bienestar, paz, progreso, etc.

De hecho, el actual Presidente de la República, a pesar de que tenía a su favor una reputación empresarial y personal de alta valoración, su promesa de campaña descansó en el lema “gobierno del cambio”.

La realidad es que ahora los lemas de las campañas se sustentan en cuestiones que están más allá del candidato, dándole prioridad a cuestiones sociales y a anhelos de la gente.

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