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Expulsar a esos policías

Unos pocos malos policías -porque la mayoría son buenos- están desacreditando los planes del gobierno de deportación de ilegales que, por demás parecen haberse ralentizado sin razón aparente. La información me ha llegado de distintas fuentes que me merecen entero crédito. Los policías en cuestión esperan a los nacionales haitianos a la salida de sus centros de trabajo, especialmente los días que cobran su salario, los apresan para, luego de una labor de extorsión y ante la desesperación de los indocumentados detenidos, obtener un pago que generalmente abarca el monto total de la paga que acaban de recibir dejándolos esquilmados por la propia autoridad.

La denunciada no es una práctica nueva, la he visto desde los años dos mil, pero nunca había coincidido con el esfuerzo manifiesto de un presidente que, como Luis Abinader, ha asumido una de las actitudes más verticales con relación al tema de la permanencia en nuestro territorio en condición de ilegalidad; por lo que, quedarnos callados ante su ocurrencia nos convertiría en cómplices de una acción vil, constitutiva de traición a la patria, habida cuenta de que favorece opiniones adversas a nuestro país por parte de los enemigos gratuitos que tenemos tanto aquí como en el exterior.

Y no es para menos. Tenemos enemigos -pagados por terceros “imparciales”- que darían cualquier cosa por filmar estas acciones y llevar las imágenes a los espacios internacionales desde donde, hace mucho tiempo, se pretende narigonear nuestros gobernantes con calumnias y chantajes envueltos en el cliché del “trato inhumano”. Por tal razón, tales “agentes del orden” merecen ser expulsados deshonrosamente de las filas de la policía. Para ello, la ocasión no podría ser más propicia. Estamos en un momento en que hay la voluntad política para limpiar esa institución -no hace mucho se pusieron en retiro decenas de miembros de la institución en una acción cónsona con esos fines- y el país espera con ansias que ello ocurra.

Señor presidente, no permita que agentes policiales inconscientes desacrediten su buen nombre y su reputación de gobernante asertivo. Ordene que sean supervisados los agentes que trabajan en los sectores de “Pinturas” y “El Café”, lugares donde podrán comprobar nuestra denuncia sobre este respecto. Es necesario que así ocurra para que su política migratoria y, particularmente su plan de deportación de ilegales, no se vea saboteado por agentes policiales inescrupulosos que obran en perjuicio del país, de su gobierno y de la policía misma.

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