Como manejamos, así pensamos
Amí me maravilla la metamorfosis que tenemos los dominicanos cuando viajamos a otro país y nos ajustamos a su marco normativo; y es que, de repente, en materia de tránsito nos convertimos en ciudadanos modélicos: nos paramos en rojo en los semáforos, respetamos las señales, conducimos a la derecha, obedecemos a los policías y un largo etc. Esto evidencia que el nivel de organización institucional de un país, y el cumplimiento de esa institucionalidad por parte de los ciudadanos en función de la legitimidad que esta tiene, es mucho más importante que cualquier otro constructo humano al momento de fundamentar y explicar las razones de porqué unos países son desarrollados y otros no. Víctimas de la Ideología del Progreso, hemos crecido pensando que la varilla y el cemento lo resuelven todo y que las necesarias obras públicas (metro, puentes, elevados, túneles, avenidas, etc.) deberían solucionar en automático el problema del tránsito y evitamos enfrentarnos al nudo gordiano: la falta de institucionalidad y la ausencia de un régimen de consecuencias se traduce en lo que hoy vemos, un caos en el tránsito.
Más que un desafío a la autoridad -que lo es-, el bloqueo de la autopista 30 de Mayo el pasado 03 de enero, por parte de un grupo de camioneros que entiende que las cosas se tienen que hacer como ellos digan, sin importar el perjuicio que ocasionaron a miles de dominicanos que regresaban de un largo asueto de fin de año, evidencia el profundo nivel de incomprensión de los dirigentes de ese gremio, que se resisten a aceptar que están contra la historia.
El desafío va más allá de lo institucional, perdemos más de dos horas diarias de nuestras vidas en tapones frustrantes. Pasar un 8% de cada día metidos dentro de un vehículo es un absurdo incomprensible que irrita a la ciudadanía e incrementa el estado de ansiedad generalizado que nos hace volátiles y violentos ante cualquier situación, y ya lo estamos viviendo.
Apostamos a semáforos inteligentes en una sociedad que no respeta a un oficial legitimado y armado… Si queremos cambios, hay que reforzar las instituciones reguladoras del transporte, dotarlas de más recursos y hacer realista su discurso. Si los vehículos pesados entran al Distrito Nacional a la hora que quieran, si los autobuses y carros públicos transitan por zonas residenciales fuera de la ruta, o si los motoristas y carros se llevan los semáforos en rojo, es porque la autoridad carece de autoridad. El problema es viejo, de décadas, pero la solución toca buscarla ahora (promesa de campaña, motivador para la reelección). Hay voluntad política, sin duda… solo falta material colgante..