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EN POCAS PALABRAS

Potencialidad del comercio binacional

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Juan Guiliani CurySanto Domingo

El comercio binacional entre la República Dominicana y Haití representa un importante flujo de divisas para las arcas nacionales. Se estima - a ojo de buen cubero- que ese comercio intrafronterizo alcanza unos 8,000 millones de dólares anualmente. Asumimos esa cantidad en base a la informalidad que caracteriza ese comercio en la línea fronteriza que divide a los dos países que ocupan la Hispaniola. Los llamados comercios binacionales se realizan dos veces a la semana y uno de los puntos principales es el de la provincia de Dajabón, en el noroeste del país. Otros puntos comerciales son Belladere, en Elías Piña, Jimaní, en la provincia de Independencia, y Pedernales, suroeste. Muchas industrias dominicanas tienen su principal mercado en el comercio intrafronterizo. Una modalidad clásica es que el pago de las mercancías transadas se realiza en un modelo de multimoneda en efectivo y crédito en pesos, gourde (la moneda haitiana) y en dólar americano. Asumiendo ese alto valor transado de $8 mil millones de dólares, nuestras relaciones con el vecino país deben asumirse bajo la filosofía de buena vecindad y colaboración. También, creemos que Puerto Príncipe y Santo Domingo, con el soporte de la cooperación económica internacional, realicen estudios de factibilidad comercial para crear centros aduaneros a lo largo del tramo fronterizo de 376 kilómetros. Siempre hablamos de normalizar el comercio binacional para regularizar el cobro de los aranceles y arbitrios. No obstante, esos anuncios, el modelo de negocio sigue siendo el comercio informal y el contrabando. Asimismo, es posible, y es una sugerencia al gobierno dominicano como al haitiano, de aunar voluntades políticas para establecer “zonas económicas especiales estratégicas” que puedan estar ubicadas en Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales, los cuatros puntos claves de nuestro territorio. Este modelo de negocio existe en otros países con resultados auspiciosos en materia comercial y de generación de empleos en puntos fronterizos. Disminuir el flujo migratorio irregular se combate con acciones que provean a los ciudadanos colindantes o cercanos a éstos tener oportunidades de trabajo para mejorar su calidad de vida. La frontera con Haití representa el 22% de nuestro territorio. Es una zona potencialmente rica, pero empobrecida por la carencia de infraestructuras que promuevan el desarrollo económico de su potencial recursos físicos aun no explotados por la falta de voluntad política y desinterés de los centros tradicionales de gobernanzas. Aunque, lo que decimos aquí no es todo de color de rosa por las condiciones de inestabilidad política e inseguridad de Haití, pero entendemos en cambio, qué es posible cambiar el estado de pobreza y desesperanza de nuestra frontera mil veces desatendida en las nóminas del presupuesto nacional. La frontera comercial binacional es el muro de contención de la frontera política.

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