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Agonía y supresión de los jesuitas en Francia

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

El 6 de agosto de1761, el parlamento francés condenó las obras de los autores jesuitas más ilustres, y emplazaba al General a responder sus acusaciones. La Compañía no podría reclutar novicios, ni pronunciar votos. Se cerraron sus colegios y se clausuraron sus Congregaciones Marianas.

En 1761, 44 obispos franceses de 51 defendieron ante Luis XV a la Compañía de Jesús.

Los amigos de la Compañía hicieron un último intento de salvarla. En diciembre de 1761, propusieron que los jesuitas de Francia dependiesen de un Provincial francés con la autoridad de un Vicario General y que cada jesuita estuviese sometido a su obispo. Obedecerían, primero al Vicario y luego al General.

Fue entonces cuando el papa Clemente XIII, lanzó esta sonora sentencia en latín: “Sint ut sunt, aut non sint” [Que sean como son, o que no sean].

El 28 de marzo 1762, la Asamblea del Episcopado advertía al Rey el daño que sería expulsar la Compañía de Jesús.

El 6 de agosto de 1762 los jesuitas en Francia fueron disueltos. La Compañía era condenada, por ser “una corporación política, cuya esencia consiste en una actividad continua para alcanzar por todos los medios posibles, directos e indirectos, ocultos o públicos, primero una independencia absoluta, y luego la usurpación de toda autoridad”.

En octubre de 1763 el arzobispo de París condenaba la intromisión del poder civil en el religioso. Y el 21 de enero, 1764, en una carta pastoral, defendía a la Compañía de las acusaciones y calumnias difundidas por el Parlamento.” (Sáez, 2006: 295).

En noviembre de 1764, Luis XV ratificó el decreto del parlamento francés. Sólo 4 padres aceptaron quedarse, los otros 4,000 enfrentaron el destierro, el hambre y la extrema pobreza. Se les había ofrecido seguir en el clero secular. Se quedaron también una veintena de novicios y algunos hermanos.

En 1764, el filósofo D’Alembert, sostenía: con la expulsión de los Jesuitas de Francia, “la nación ha crecido en su ilustración y ha sacado de la escena al mayor defensor de la superstición” (Bangert,1981: 462).

Clemente XIII en la Bula Apostolicum Pascendi (07-01-1765) expresó la alta estima que la Iglesia tenía de los jesuitas y denunciaba la conspiración en su contra. (Scully, 2013: 26). Quien atacaba a la Compañía, atacaba a la Santa Sede.

Estudiemos a España donde mandaba otro Borbón asesorado por funcionarios ilustrados.

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