Un mundo en armonía
Con simplicidad y precisión notables, el primer capítulo de “Génesis” narra la historia de la creación. El Dios de la Biblia crea con Su poder y palabra un universo surgido de la nada: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra, y la tierra estaba desordenada y vacía…”; y a continuación, realiza actos individuales de creación en orden ascendente desde las formas más simples hasta las más complejas. ¿Hay algo más natural y, a la vez, más magnífico, más fácil de concebir, más en armonía con la razón humana, que el Creador, Todopoderoso, haciendo un mundo perfecto?
En efecto, el mundo que Dios había creado y puesto en manos del hombre era bueno. No solo estaba sin pecado, sino que funcionaba perfectamente.No había tormentas, ni hambrunas, ni desequilibrio ecológico, ni destrucción. La narración bíblica concluye: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). “Bueno en gran manera” pues todo era cabalmente como el Creador lo había concebido.