En defensa de la libertad de pensamiento

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María Filomena Gonzalez CanaldaSanto Domingo

Desde la caída de la dictadura de Trujillo la historiografía dominicana, como toda actividad humana, ha ido avanzando con los tiempos. Podemos afirmar que, en la actualidad, el trabajo de quienes se dedican a esa ciencia permite hablar de una profesionalización del oficio del historiador. No solo se reconoce como una ciencia y cuenta con la formación universitaria de historiadores, sino y lo más importante, estamos muy lejos de lo que se enseñaba en los textos oficiales, la “historia papagayica” de la que nos hablaba Lucien Febvre.

Sin embargo, hoy vivimos una gran paradoja. Después de haber conquistado la libertad desde 1961, pareciera que se están levantando fantasmas, que quieren negar los avances científicos y el ambiente de libertad de pensamiento y de creación intelectual para volver a homogenizar la interpretación histórica y convertirla en doctrina de quienes sirven a los dictados de la historia oficial.

Hace unos días (5/12/2022), el señor Miguel Reyes Sánchez comentó en el Listín Diario un artículo de Darío Brooks, publicado por la BBC News Mundo y reproducido por el periódico digital Acento, en el cual, junto a otros autores, aparezco citada. El señor Reyes difiere de las interpretaciones de Brooks, como es su derecho.

No obstante, sin entrar en el texto de Brooks, de quien podríamos diferir en algunas afirmaciones, con lo que de ninguna manera podemos estar de acuerdo es cuando Reyes pretende desautorizar a los historiadores en que se apoya el autor extranjero al catalogarlos de pseudohistoriadores.

Es lamentable que, acabando de ingresar a la Academia Dominicana de la Historia, una de sus primeras polémicas sea para intentar descalificar a quienes sustentan opiniones contrarias a las suyas. Daría la impresión de que al ocupar ese asiento piensa que tiene carta blanca, para hacer lo que él mismo critica “juzgar como si estuviera en un tribunal”.

No espero que mi trabajo reciba una valoración determinada, lo que me preocupa de esa decepcionante práctica es que, en los últimos tiempos, nuestro país se ha visto perturbado por fuertes corrientes conspiranoicas con un contenido que fácilmente podría significar un retroceso hacia un autoritarismo que niega los avances logrados desde la salida de la dictadura.

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