Leonel: legado y amor propio
A diferencia del caso de Jesús, al Leonel Fernández que llevó al partido morado al poder y encabezó todos los éxitos de la organización en las urnas, lo vendieron y traicionaron muchos Judas en el PLD que presidió por largos años y que finalmente tuvo que abandonar.
Pero el líder político que ha reafirmado que no alberga resentimiento contra nadie - ni siquiera contra el “Judas mayor”, al que tuvo que echarse al hombro y hacerlo presidente -, los muchos agravios y desengaños de excompañeros que tras salir de Palacio le mostraron el verdadero rostro de debilidades humanas que guardaban, acaba de aceptar un arrepentimiento: “Me arrepiento de haber sido muy respetuoso y considerado con personas que no se lo merecían”.
La identificación no importa, porque el país conoció a montones los áulicos y bufones que, como generalmente ocurre con los presidentes, le hacían coro al gobernante y se aprovecharon, hasta hacerle daño, de su ingenuidad, decencia y conocidas buenas formas. ¡Tanto que hicieron y lo que crecieron al amparo de sus tres periodos!, mientras el gobernante, quizá creyéndoles que eran unos corderitos, fue sobradamente permisivo con gente que mantuvo todo el tiempo en posiciones importantes, pese a ser objeto de cuestionamientos.
Concentrado él en tareas superiores, delegó poder decisorio y puso en manos equivocadas (Danilo comenzó temprano a moldear un proyecto político propio) responsabilidades de Estado que, con el tiempo y ya con Medina al mando, se traduciría en una merma del control partidario y en toda una encerrona política para el doctor Fernández.
La historia está ahí, no miente. Los que en aviesa y temprana campaña de descredito recomendada por Joao Santana a Danilo querían inducir y vender una alta tasa de rechazo a Leonel, olvidaban que al salir este del poder marcaba un 74% de aprobación.
Hicieron un daño moral, pero sin provecho, porque les costó el poder y el rechazo amplio del pueblo, que les tiene cuentas abiertas en la justicia (¿) Hoy Leonel - bien posicionado, y manejándose como un estadista, reconoce que el presidente Abinader “está haciendo lo que le corresponde y cuenta con el respaldo del pueblo” para aplicar la ley de migración y no se obligue al país a recibir refugiados – dice por qué busca volver en el 24. Veamos: Creía que al salir en el 12 había terminado su carrera, pero que la campaña de “linchamiento moral” en su contra y un plan que ponía en riesgo la democracia le obligó a asumir la lucha en defensa de la Constitución. Lo ponen en lo que no estaba, le matan el amor propio y da el frente.