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Apuntes sobre las relaciones RD-Haití

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Juan Guiliani CurySanto Domingo

En el 2005 en una visita a Puerto Príncipe, el expresidente Leonel Fernández fue víctima de un inesperado ataque armado a su comitiva en la cercanía del Palacio Nacional de ese país. Fernández había viajado a la capital haitiana a recibir un homenaje de reconocimiento de parte de sectores de la sociedad civil. Otros mandatarios dominicanos con algunos roces políticos con Puerto Príncipe fueron, Juan Bosch, Joaquín Balaguer e Hipólito Mejía, quizás éste último en menor intensidad. El argumento migratorio en las relaciones dominico-haitiana sigue siendo el más espinoso, complejo y controversial. En la actualidad, las relaciones bilaterales se han elevado de tono debido a los problemas migratorios y de seguridad de Haití, situación que afecta a nuestro país, y donde, además, dos millones de nacionales haitianos (cifra sin confirmación oficial) en su mayoría ilegales viven en territorio dominicano. Sólo la estabilidad y progreso del pueblo haitiano en democracia, podría aliviar progresivamente el peso migratorio en nuestro país. Antes y después del magnicidio del presidente Jovenel Moise, el 7 de julio 2021, en su propia residencia, las relaciones con la administración del presidente Luis Abinader y anteriormente con la administración de Danilo Medina, aunque calentadas con éste por la Resolución 168-13 del Tribunal Constitucional, han sido cordial y de respeto mutuo, pero con circunstanciales altibajos. Abinader incluso se reunió con el fallecido presidente Moise el 10 enero de 2021 donde acordaron 9 puntos de colaboración bilateral. De igual manera, Moise había previamente participado en la toma de posesión del jefe del Estado dominicano, el 16 de agosto de 2020. Ambos encuentros se desarrollaron en armónica sintonía con la política del gobierno dominicano de buena vecindad. Las naciones que hacen fronteras como el caso de la República Dominicana y Haití y que comparten como caso inusual la misma isla, son comunes que se produzcan desavenencias y fricciones como el desacuerdo sobre la construcción de un desvío de aguas del Rio Masacre, en el noroeste fronterizo de ambas naciones. Ayudemos al pueblo haitiano con acciones no con palabras, respetando nuestras respectivas soberanías nacionales, y juntos con otras naciones y organismos extranjeros a restaurar la seguridad interna, el orden democrático, como la instauración de un verdadero Estado de Derecho, a que es acreedor esa nación caribeña.

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