Opinión

El “dream team” por los derechos de la niñez dominicana

Carlitos tira su almuerzo en el zafacón porque no le gustó lo que cocinó su madre. En la casa de sus padres, Sandra, con apenas 14 años, cursa un embarazo de 24 semanas, y Elizabeth, a sus 16, dejó los estudios fruto de una unión temprana. Charlot es una joven madre que hace tiempo perdió el control de su hijo de 13, quien ya a esa edad ha estado involucrado en robos y asaltos.

Esas son realidades que lamentablemente no podrán medirse en las 67 preguntas y una página de observaciones que tiene el Décimo Censo Nacional de Población y Vivienda, desarrollado actualmente por el gobierno en medio de evidentes precariedades y fallas en la planificación.

Hoy precisamente se celebra el Día Mundial de la Infancia, instaurado cada 20 de noviembre mediante resolución por la Asamblea General de la ONU y que tuvo como precedentes la Declaración de los Derechos del Niño, en 1959, y luego la vinculante Convención sobre los Derechos del Niño, en 1989, la más ratificada en todo el planeta.

La fecha permite evaluar como marcha la atención a los niños y niñas más desfavorecidos, dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar a las personas sobre la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo.

Claro, para alcanzar esos objetivos, es sumamente importante tener a la mano estadísticas fiables que permitan a los Estados desarrollar políticas que garanticen sus derechos al segmento de la población más vulnerable, sin importar que el infante haya nacido en un país avanzado o con limitado desarrollo.

Por ejemplo, la madre de Carlitos quizás no ha podido transmitir a su hijo que tan solo en el Cuerno de África, integrado por Somalia, Etiopía y Kenia, cerca de 500,000 niños sufren desnutrición severa y que casi ocho millones de menores de cinco años corren el riesgo de morir por emaciación aguda en los países más afectados por la crisis global de hambre. Quizás con esa información, Carlitos lo pensaría dos veces antes de tirar a la basura comida que millones de niños anhelarían en el mundo.

En el capítulo del Censo que aplica el gobierno actualmente titulado “Para mujeres de doce años cumplidos o más” no hay forma de medir si alguna de las encuestadas tuvo un embarazo o unión temprana, la dura realidad que ahora enfrentan Sandra y Elizabeth, con la consecuente deserción escolar que acarrea.

En ninguna de las 67 preguntas del Censo se indaga si algún niño, niña o adolescente del hogar ha estado envuelto en actos delictivos, la situación que agobia a la madre soltera Charlot, quien a lo mejor también alumbró a temprana edad a un adolescente atrapado por las garras de la delincuencia.

En los deportes suele argumentarse que los números son fríos, porque muchas veces no permiten medir el real valor de un atleta, por ejemplo, en béisbol, quién conecta el hit con un juego holgado y aquel que lo hace en un momento clave del partido.

Con respecto a la infancia, el Décimo Censo Nacional de Población y Vivienda aportará esos números fríos y sin ninguna relevancia para atacar males que comprometen el presente y futuro de los niños dominicanos.

No habrá cifras para medir el bullying (acoso) y violencia en los entornos escolares, cómo anda la salud mental de niños, niñas y adolescentes en la era post-Covid, el impacto de las modernas tecnologías de la información y la comunicación en ese segmento de la población, y hasta de los efectos del cambio climático en los menores, tan golpeados como sus padres por desastres naturales y las guerras que auspician los adultos.

Precisamente, Unicef en España ha aprovechado este 20 de noviembre para llamar la atención sobre el derecho que tienen niños, niñas y adolescentes a disfrutar de una buena salud mental y bienestar emocional.

El presidente de la organización en España, Gustavo Sánchez, calificó de intolerable que uno de cada siete niños y adolescentes de 10 a 19 años tenga un problema de salud mental diagnosticado.

En Bolivia, el Día Mundial de la Infancia fue aprovechado para hacer hincapié sobre el bullying y la violencia en las escuelas, otro posible detonante de trastornos emocionales a temprana edad.

Hay que velar por la salud mental infantil en el país, también resquebrajada por la falta de un diagnóstico oportuno y de las estadísticas que permitan medir el impacto emocional en esa población debido a entornos educativos adversos, conflictos familiares, delincuencia, desastres naturales, limitado o nulo acceso a atención médica y a la educación, así como por embarazos y uniones tempranas.

El lema usado este año para conmemorar este 20 de noviembre en el mundo ha sido “Un solo equipo por los derechos de la infancia”. (Ver vídeos sobre la campaña en el mundo y RD).

Me encanta porque está muy ajustado al ambiente que se vive en República Dominicana para esta época del año. Esas pasiones tan desbordadas entre fanáticos de los equipos del béisbol criollo podrían canalizarse por igual para la creación de un solo “team social” que vele por la niñez y adolescencia.

Figuras con arraigo en la sociedad formarían parte de este “dream team” o equipo de ensueño por los derechos de las niñas y niños dominicanos que, con el apoyo del Estado dominicano, harían posible el simple derecho a ser niño.

Las estadísticas que acumule ese “dream team” harían realidad también esos objetivos plasmados hace 33 años en la Convención de los Derechos del Niño, con un conjunto de garantías, incluidas las relativas a la vida, la salud, la educación, el derecho a jugar, a la vida familiar, a estar protegidos de la violencia, a no ser discriminados y a que se escuchen sus opiniones.

Y así pudiéramos gritar como nación a todo pulmón un “reeeeecojan” o “le damos aquí y le damos allá” a favor de la niñez dominicana.

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