Los que dudan
“Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”, Juan 20:27.
Tomás fue ese discípulo incómodo que llegó a Jesús cargado de dudas. Sin embargo, ante sus perplejidades, el Señor lo ayudó a creer.
La victoria no es para los que dudan, sino para los que creen. “Bienaventurados los que no vieron, y creyeron”, le dijo Jesús. El autor Charles Swindoll alude a “cuando se atraviesa los tiempos difíciles de la duda”. Estima que Tomás también fue reflexivo. Recibió su restauración y dijo: “¡Señor mío, y Dios mío!”.