Opinión

Bad Bunny y Nietzsche

Federico A. Jovine RijoSanto Domingo

La idea de que todo tiempo pasado fue mejor es una excelente anestesia social, pero se deshace frente al eterno retorno de lo idéntico. Las sociedades son adversas al cambio, por naturaleza, y ante cualquier atisbo de ruptura o disrupción, apelan al pasado como un imperativo moral categórico; el pasado juzga al presente y condena al futuro… el mismo pasado que una vez fue presente, y así, sucesivamente.

Oriente y Occidente concibieron una historia cíclica, y Nietzsche rompió el relato lineal judeocristiano reformulando el eterno retorno de lo idéntico como teatro existencial del superhombre. Todo lo que ha pasado volverá a pasar: las mismas situaciones, los mismos actores, los mismos diálogos, las mismas quejas, las mismas hipocresías, la misma doble moral.

Entonces, ¿Bad Bunny ya había cantado en otras épocas en el Estadio Olímpico? No (¿o quizás sí?), pero seguro que lo hará nuevamente -diría Nietzsche-, para horror de Schopenhauer y la socialité de la República Bipolar Dominicana, el tribunal tuitero, plumas notables e intelectuales intachables, incapaces todos de aceptar que lo que es, ya fue. Que bien el marxismo no solo habló de materialismo, también de autocrítica, ese ejercicio necesario tanto en democracia como en dictaduras de partido único, hijo predilecto de un Sócrates que solo en el último trago de cicuta atinó a conocerse a sí mismo.

Nuestra sociedad se rompe las vestiduras y llega a la conclusión de que todos los problemas estructurales que nos agobian fueron ocasionados por Bad Bunny, Tokischa, El Alfa o los que vendrán, y que los partidos políticos que nos han gobernado desde 1966 no tienen nada que ver con el desastre.

¿Los valores morales han desaparecido?, ¿la decencia no existe?, ¿el lenguaje se ha resumido a 200 vulgares palabras? Quizás sí, pero no olvidemos lo bien que hablaban y escribían quienes permitieron que se robaran el país, aquellos que en el ejercicio del poder negaron durante décadas la educación más básica a millones de niños, que hoy día son adultos.

Cada generación encuentra la manera y medios de expresarse, protestar, hacerse sentir, o simplemente disfrutar, y en la rebeldía de la juventud se encuentra la semilla del futuro. La generación dominante y saliente siempre cuestionará, desacreditará y deslegitimará a la próxima, instinto de supervivencia básico.

Nietzsche no entiende cómo la sociedad no entiende a Bad Bunny, y se frustra; Heráclito, sentado a la orilla del gran río, de espaldas a todo, se ríe… también eso estaba escrito.

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