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El gobierno y el pernicioso déficit por petróleo

La razón del Estado nacional cifra sus urgencias principales en la supervivencia y el desarrollo de sus fortalezas, capacidades y soberanía.

Dada la situación binacional isleña compartida con Haití, el gobierno dominicano está obligado a fortalecerse y eficientizarse en el futuro inmediato, por los riesgos derivables de esa condición agravante y descontrolada.

Con importaciones de gas y aceites de petróleo —sin incluir crudos— variando +54.6% en enero-junio 2022, y con importaciones de crudos creciendo +64.2%, respecto a igual período del 2021, el país debe pensar con seriedad reducir esta “incapacidad” grave, recurrente y perniciosa.

Es tal área, el gobierno nacional tiene la opción de activar lo que hemos propuesto: el capitalismo de Estado.En vez de continuar endeudándonos para compensar deudas y sostener la economía (es decir la capacidad importadora y la paridad cambiaria), quitar de sobre la cabeza nacional la espada de Damocles que representa la presión del petróleo: en gas, aceites y crudos.

En dos o tres años, si se lo propone, cualquier gobierno sembraría el país de torres eólicas pudiendo, para tal fin, endeudarse hasta la coronilla si fuere necesario. Sin importar el monto, pues sería dinero para invertir, no para gastar y, por consiguiente, se incrementaría el valor de nuestra economía, dando holgura al presupuesto general del gobierno nacional.

Notemos que países petroleros como China impulsan iniciativas como esta, para aprovechar la producción interna de este “commnodities” como bien exportable y reserva. Y estados Unidos se esfuerza por incrementar sus reservas, liberables prudencialmente.Según la Oficina Nacional de Estadísticas, el valor en puerto (FOB) de los crudos importados entre enero-junio 2022 totalizó US$431.8 millones, cifra que para fines de año puede duplicar, hasta US$862.6 millones. La importación de todos los derivados del petróleo y crudo totalizó, US$2,932.4 millones que, duplicados, al final de año escalarían hasta US$5,864.80 millones. La cifra representa el 6.19% del PIB del 2021, y hasta parecería baja si no se resalta que es el 33.51% del gasto público nacional y —lo alarmante— que significa +1.2 veces el déficit presupuestario dominicano del 2021, cifrado en -US$2,768 millones por organismos internacionales.

La gravitación perniciosa de la dependencia de nuestra economía del petróleo y de sus derivados es tan ostensible y cancerígena que sin demora el gobierno del Estado la debe enfrentar, para eliminar o reducir sus efectos nocivos sobre el aparato productivo, los precios y su conveniencia exclusiva para los importadores petroleros.

Este “commnodities” tiene un impacto fuerte en la política. En un artículo publicado ayer por el The NYtimes, bajo la firma de Emely Badber y Eve Washington bajo el título “Por qué los precios de la gasolina tienen tanto poder sobre nosotros” los autores afirman que cuando estos precios incrementan también aumenta el temor público a que “el país esté en el camino equivocado”. Y enfatizan: “Los precios de la gasolina bajan y también el descontento con el presidente”.

Sólo una perspectiva de racionalidad política inversa e insaciable explicaría que los políticos nacionales no se den una ayudita, erosionando la ostensible conflictiva y obstructiva incidencia de este “commnodities” sobre el desarrollo, el bienestar y la política.

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