Opinión

Familia y pastoral juvenil

P. José Pastor RamírezSanto Domingo

Los jóvenes siempre han sido un reto importante para la sociedad y para la Iglesia católica. La escasa participación de estos en las decisiones y en los procesos sociales y eclesiales es visible. Ellos se encuentran privados de trabajo, de estudios, de oportunidades y de participación en la política. Incluso, en algunas naciones pareciera que solo los hijos de políticos tienen vocación para la política, como si existiera una especie de casta que niega oportunidades a otros.

Por otra parte, en la Iglesia es visible la disminución de estos en los centros juveniles, en las celebraciones litúrgicas y en los procesos de formación. Asistimos a una Iglesia de bancas cada vez más vacías, de crisis vocacional, de falta de perseverancia y de constancia por parte de los creyentes en general. Tal realidad, es más visible después de la pandemia del COVID-19.

En este contexto y momento la familia y la pastoral juvenil se necesitan. La pastoral juvenil tiene la oportunidad de empoderar a la familia para que asuma su rol en los procesos educativos, pastorales y evangelizadores. El reto será llevar la familia al centro juvenil y a este último a la familia.

San Juan Bosco en su proyecto de pastoral juvenil requería la participación del núcleo familiar y de la sociedad. Él tenía la capacidad de comprometer a muchos en la tarea educativa y evangelizadora de los jóvenes. Para ello, hizo del Oratorio una casa que acoge, una escuela que educa, una iglesia que evangeliza y un patio para hacer amigos.

Asimismo, la Iglesia latinoamericana y universal ha mostrado siempre su interés por los jóvenes a través de documentos y de la pastoral. Su mayor preocupación ha sido comprender y respetar su actitud reactiva. Por ejemplo, el seguimiento de los jóvenes en Medellín, en donde se percibe una Iglesia abierta y comprensiva, humilde y renovada hacia una juventud crítica y creativa.

Por otra parte, la Exhortación Apostólica Amoris laetitia, si bien, no es un texto sobre pastoral juvenil. Sin embargo, presenta temas de interés para la familia y la pastoral juvenil. “La familia se convierte en sujeto de la acción pastoral mediante el anuncio explícito del Evangelio y el legado de múltiples formas de testimonio, entre los cuales están: la solidaridad con los pobres, la apertura a la diversidad de las personas, la custodia de la creación, la solidaridad moral y materna hacia las otras familias, sobre todo hacia las más necesitadas y el compromiso con la promoción del bien común”.

El documento promueve cuatro criterios que definen el modelo de pastoral de la Iglesia: acoger, discernir, acompañar e integrar. Ella se acerca a la familia y al matrimonio con esos criterios. Que, a su vez, también definen la modalidad relacional de la pastoral juvenil con la familia.

El criterio de integración aplicado a la familia y a la pastoral juvenil requiere incluirla en los proyectos, pedirle colaboración y favorecer su protagonismo. Esto fortalece el amor y sana las heridas de las familias disfuncionales promoviendo los valores y las virtudes.

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