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El éxito arrollador de la comunicación coprológica

La expresión era utilizada frecuentemente por el periodista Cristhian Jiménez en el programa “El Sol de la Tarde”, cada vez que un hecho social impactaba al equipo de comentaristas: “Es ‘er’ demonio, hermanos, es ‘er’ demonio”.

Pues, mire Ud. que en ese advertido infierno - reinado fatal de la comunicación coprológica- estamos ya los dominicanos, por lo menos en lo que a la lucha político-electoral se refiere. No habían transcurrido 36 horas del triunfo de Abel Martínez en la consulta del PLD, cuando en las redes y los medios se inició una dura campaña sucia y también negativa en contra del alcalde de Santiago. Algo similar ocurrió con Margarita Cedeño a escasos minutos del anuncio de los resultados de las primarias moradas.

Tendría uno que remontarse a la campaña de difamación del ala más conservadora y venenosa de la iglesia católica dominicana contra la candidatura del profesor Bosch en 1962, o llegar hasta la campaña de odio racista contra José Francisco Peña Gómez en las elecciones de 1994 y 1996, para encontrar en nuestra historia política un momento de tanto excremento derramado y tanta cloaca rodando por los medios de comunicación y ahora también en las redes sociales; con la agravante de que estamos todavía a 19 largos meses de las elecciones de mayo del 2024, señal de lo que nos espera.

Hoy en nuestro país la lucha política es una cloaca con cuenta en Twitter, un estercolero con canal en You Tube, una selva de cemento y Iphone que desprecia los argumentos y prefiere los insultos cada vez más vistos, valorados y aplaudidos por los ciudadanos, según resultados de encuestas y sondeos.

El asunto se agrava porque al igual que los de LFP o el PRM, los equipos de comunicación del PLD no están compuestos por “los niños cantores de Viena”. Quien a hierro mata no puede morir de un orgasmo. El “ojo por ojo y diente por diente” solo crea ciegos y desdentados.

Ante la que se nos ha echado encima, y de alguna manera hemos preferido, los dominicanos debemos prepararnos para lo peor, orando a la María Magdalena (que tanto amó Jesús) para que proteja a nuestra escatológica democracia arrojada hoy a los brazos nauseabundos de la exitosa (por preferida) comunicación coprológica. “Es ‘er’ demonio, hermanos, es ‘er’ demonio”. ¡Bienvenidos al anticipo del infierno mediático que entre todos hemos construido!

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