Abel despeja incógnita PLD
En términos prácticos, el proceso de consulta ciudadana celebrado por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y la selección de su futuro candidato presidencial en 2024, cierra una etapa del proceso electoral y configura de manera definitiva el tablero del Gran Juego de cara a esos comicios.
Desde el descalabro de 2020 el PLD lucía en desbandada, desarticulado, desmoralizado, a la defensiva y deslegitimado para ofrecer una alternativa electoral creíble, en oposición a una Fuerza del Pueblo (FP), que por tener un proyecto presidencial definido capitalizó esa situación e incentivó una fuga de cuadros y militantes hacia su litoral. Detener esa sangría era imperativo y los tiempos legales no se ajustaban a los tiempos de la realidad política del partido. Con la jugada del pasado domingo, el PLD se constituye en opción de poder y la dinámica que generará ese proceso, no solo detendrá el trasvase de votos, sino que, incluso podría revertirlos, en razón de que con su nueva y joven propuesta, ese partido se actualiza desde adentro, brindando más posibilidades de ascenso dirigencial y expectativas de cargos en un posible gobierno, que las que pudieran existir en una FP hecha a imagen y semejanza de su líder y su círculo íntimo, una plantilla fija, cerrada e inamovible.
La posibilidad de ascenso social mediante la escalera política es una constante nacional y el principal desafío de Abel es decapitar el liderazgo opositor de Fernández sin que se le vea el cuchillo, estructurando un proyecto de poder que sea creíble y que la ciudadanía lo perciba como un referente de comparación electoral frente a la sólida posición de Abinader que marcan la mayoría de las encuestas. Ese mismo drama deberá de vivir la FP frente al PLD, el de no atacarse mutuamente porque se necesitan, y mientras, condenados por esta estrategia, se mantienen divididos frente a un Luis que no la impuso, pero que se beneficia de ella.
En este proceso ganó el PLD, sí, pero también ganó la democracia, pues se fortalece el sistema de partidos, que es su basamento institucional. Sueñan quienes piensan que quien nunca ha sido presidente apoyará incondicionalmente a quien ya lo ha sido tres veces. Se compite para ganar y todo el mundo trabajará para ganar en primera vuelta.
Con un panorama claro y definido, al gobierno solo le queda trabajar en su programa de gobierno y transformarlo en logros tangibles, y a la oposición, armar sus respectivas estructuras. Los hechos matan el relato y las palabras son solo eso, palabras.