Opinión

Haití: De Bosch a Abinader

Ruddy L. GonzálezSanto Domingo

La frontera dominico-haitiana ha sido uno de los puntos de mayor tensión en las difíciles relaciones entre las dos naciones que comparten la isla.

En los 59 años de vida democrática que vive la República Dominicana –a partir de los 19 meses que siguieron a la decapitación de la dictadura de Trujillo- las denuncias, quejas, desplantes, ‘encontronazos’, acusaciones, amenazas, mentiras ha sido lo recibido por los dominicanos, pese a las manos de solidaridad siempre abiertas desde el lado oriental de la isla, incluido la recepción de cientos de miles de inmigrantes, la mayoría indocumentados. La isla fue dirigida por por décadas bajo la mano dura de los dictadores, en que Francois Duvalier le tenía un miedo terrible a su colega Rafael L. Trujillo, masacre de 1937 incluida. De la crisis de 1963 -Duvalier-León Cantave-Bosch- a la crisis de 2022 –Henri-‘Barbacue’-Abinader- el escenario sigue siendo similar: República Dominicana en democracia, buscando la ayuda internacional para resolver la aguda crisis haitiana. Haití, con un régimen de facto, sin instituciones, en desorden, caos. Es una situación de grandes interrogantes, en el que pocos pueden predecir a qué escenario degenerará, como concluirá. Mientras en 1963 Bosch amenazó con bombardear Puerto Príncipe, Abinader ha saltado inteligentemente todas las provocaciones cotidianas de los entes políticos y de poder haitianos, y ha ido más allá –con una prudencia excesiva, pero necesaria, opino- estableciendo una suerte de neutralidad de República Dominicana en las eventuales acciones de intervención de Haití que está planteado como un hecho en proceso en el concierto internacional, pero con una firmeza tajante de defensa de nuestra integridad y soberanía.v

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