Ley nacional de semillas

Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la población mundial crecerá en 9,700 millones de habitantes, al año 2050. Este crecimiento demanda cada año un incremento en la producción de alimentos, en un contexto donde la cantidad de tierra cultivable no crece al ritmo del crecimiento poblacional.

Alimentar a los habitantes del planeta bajo estas condiciones, exige aumentar la productividad, para lo cual es necesario contar con tecnología e innovación. Las innovaciones tecnológicas en la actividad agrícola han posicionado la semilla como un insumo de gran valor, obteniendo variedades e híbridos que se adaptan a distintas condiciones de climas y ambientes. Estas variedades han aumentado el rendimiento de los cultivos; han mejorado sustancialmente la protección contra enfermedades e insectos; han reducido el uso de pesticidas y el consumo de agua; se han logrado mejoras nutricionales y se ha generado energía, a partir de fuentes renovables.

Para que la industria de semillas pueda desarrollarse, es necesario contar con normas que impulsen el desarrollo de la industria, organice la producción y su comercialización, con la finalidad de que los productores tengan acceso a semillas de calidad, en cantidad suficiente y en tiempo oportuno. La norma debe establecer las condiciones para garantizar el desarrollo a gran escala de la producción de semillas, que permita satisfacer la demanda creciente y al mismo tiempo, proteger al agricultor, garantizando su acceso a semillas de calidad y permitir que las empresas productoras de semilla desarrollen su actividad comercial en condiciones de igualdad.

Es importante que cuando un agricultor adquiera sus semillas, confíe en que lo que compra es lo que necesita para aumentar su producción y productividad. Una legislación que regule la producción y comercialización de semillas, debe hacer cumplir los requisitos de producción, almacenamiento, calidad, registros de importación, exportación y comercialización.

En los países en vía de desarrollo, como el caso de República Dominicana, desde el Texto Fundamental se promueve la renovación de los métodos de producción agrícola, así como el impulso de la investigación y aplicación de la tecnología para producir materia prima e incrementar la productividad.

De igual forma, la Ley 1-12 de la Estrategia Nacional de Desarrollo, plantea como uno de sus objetivos: “elevar la productividad, la competitividad y la sostenibilidad ambiental de las cadenas agro productivas, a fin de contribuir a la seguridad alimentaria, aprovechar el potencial exportador y generar empleos e ingresos para la población rural”.

De ahí que, con la finalidad de regular la producción y comercialización de semillas de calidad, así como impulsar la investigación, la innovación y el desarrollo tecnológico para mejorar los procesos de producción, he sometido ante el Senado de la república una iniciativa de ley denominada “Ley nacional de semillas”. El referido proyecto contó con la opinión favorable del Ministerio de Agricultura, por formar parte de las reformas legales e institucionales que demanda el sector agropecuario, para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional de la sociedad dominicana e impulsar planes y programas de exportación de productos de origen agrícola. Una ley de semillas permitirá agregar valor a la producción.

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