Ley y democracia
En este pensamiento, queremos referirnos a la relación que nace en el respeto a la ley, ya que tomando el camino de lo institucional practicamos lo que señalara el prócer mexicano, Benito Juárez, cuando exclamó: “el respeto al derecho ajeno es la paz”. El ejercicio de creer que hay políticos y empresarios que puedan actuar por encima de la ley con privilegios por logros profesionales, religiosos, empresariales y políticos, nos llevaría a la disolución de un pensamiento esperanzador que responda a la mayor aspiración de educar al pueblo, con base en alcanzar un sistema de derecho. De tal manera, el costo de nuestra democracia se basa en un financiamiento discriminatorio para favorecer estructuras políticas que funcionan como empresas a través de los partidos políticos, sin rendición de cuentas por ley de los recursos aportados por el Estado, producto del pago de impuestos de los contribuyentes. Con esto se nos muestra lo pecuniario, al margen de la ideología política, lo que representa una carga significativa a los sectores productivos de clase media, con su aporte a la gobernabilidad frente a estos irritantes privilegios. La democracia es acomodar la carga en la dirección que más favorezca la nación, para no sacrificar a la mayoría que ven diluir sus recursos patrimoniales en manos de los que practican una actividad mercenaria y no ideológica de equidad social y de derecho.