Opinión

La tarea del creativo publicitario

La creatividad es un asunto tan complejo, dice Nandy Rivas, que ni siquiera los propios creativos se ponen de acuerdo para definirla.

Parece que, como cada quien experimenta emociones distintas y en la práctica cada uno define una metodología diferente para crear, eso impide que exista una fórmula única para pensar creativamente.

Los libros de texto y los creativos tienen sus propias y particulares aprehensiones.

Solo sabemos que el proceso inicia cuando a la mesa de trabajo llega la encomienda y el brief . Es decir, todo el marco teórico de lo que vamos a desarrollar y esos preámbulos mercadológicos de lo que se aspira alcanzar.

Ahí empieza la búsqueda y el tormento; la pasión y la angustia por encontrar ideas inéditas, palabras novedosas, escenas que comulguen con el público meta, en fin, a partir de ese momento se inicia ese torbellino sin nombre que busca concebir una historia novedosa.

De dicha historia solo se sabe el nombre del protagonista de la misma, su conducta, sus atributos, en fin, esas cosas que debemos importantizar en la comunicación para marcar la diferencia.

No obstante, el parto de la historia surge en cualquier lugar. Nace de manera inesperada. Es un desembarazo con pujos emocionales que se produce en cualquier lugar, pero que antes quitan el sueño y perturban la mente creativa.

Lo más emocionante es cuando el creativo consigue parir discursos distintos y llega a conclusiones diferentes a través de caminos creativos totalmente novedosos. La felicidad que produce dar con una idea que de manera relampagueante asalta y sorprende. Ese alivio y ese regocijo espiritual no tiene precio. Es un descubrimiento sin parangón que llega de sorpresa. Es esa luz que ilumina las ideas y pone sobre el papel en blanco una frase o un concepto desde donde nace ese universo de palabras e imágenes que conforman la campaña.

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