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Los derechos humanos de la mujer

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Margarita CedeñoSanto Domingo

Desde hace algunas semanas nos llega la historia de Mahsa Amini, joven de tan solo 22 años cuya muerte despertó el reclamo de las mujeres iraníes sobre sus derechos y el respeto a su dignidad, generando una revolución inspiradora y valiente.

Para quienes nos hemos formado en las costumbres occidentales, el avance de la mujer y la equidad de género son luchas que avanzan de manera sostenida, aunque persisten grandes y graves escollos para alcanzar la verdadera igualdad. Pero nada comparado con las limitantes que viven las mujeres en regímenes totalitarios y de extremismo religioso, como es el caso de Irán. En esas lides, la mujer sometida al islamismo extremo es objeto de una sociedad patriarcal donde la discriminación es el primer paso para el control social, económico y cultural.

Toda la comunidad internacional debe unirse en una sola voz para reclamar la defensa de los derechos humanos en todas sus formas, pero en especial los de la mujer, reclamando el fin de las persecuciones y discriminaciones, porque un régimen que abusa de millones de mujeres cada año no merece el respeto ni la consideración de la comunidad internacional.

Recordemos las palabras de Benazir Bhutto ante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Beijing, China, cuando advirtió sobre la grave “crisis moral” de opresión y represión contra la mujer. Estamos hablando de un discurso que hace 27 años reclamaba una visión distinta para el futuro de la humanidad, que hiciera justicia con la mujer, su rol y sus aportes a la sociedad.

Sin embargo, tanto tiempo después aún observamos graves hechos de discriminación, que se ejemplifican en el suceso que resultó en la muerte de Mahsa Amini por no usar la vestimenta de la manera apropiada según el régimen iraní, pero que también lo seguimos observando en la violencia económica, en el maltrato emocional y en las limitaciones financieras y políticas que muchas mujeres sufren en todas partes del mundo.

Las mujeres seguimos siendo portadoras de un estigma social que requiere de nuestra protesta, pero cada vez debemos ser más conscientes de que el camino para la igualdad está en reclamar nuestros espacios de participación en la política, sin importar la ideología o el color político que representemos, cualquier proceso donde la mujer logra mayores espacios debe ser aplaudido por todas.

En la medida en que ocupemos mayores y mejores espacios en la toma de decisiones, podremos reclamar y hacer cumplir el respeto de los derechos de la mujer, en todas sus manifestaciones, aportando la visión femenina a un mundo que necesita más calidez, nobleza y capacidad de generar bienestar. Es una tarea urgente.

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