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Haití, frontera, diplomacia y reformas

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Juan Guiliani CurySanto Domingo

La primera tarea que tiene que hacer nuestro país para proteger su soberanía territorial y de frontera es continuar el reforzamiento militar e infraestructural del tramo fronterizo de 376 kilómetros que nos divide de Haití.

No es un secreto para nadie que nuestra frontera es porosa, y por ahí se cuelan todo tipo de mercancías irregulares, armas, drogas, tratas de género, contrabandos y miles de inmigrantes irregulares que penetran en el territorio nacional, el cual ha desbordado la capacidad del país en albergar esa oleada humana - y, que por razones humanitarias – están amparadas bajo la Ley 169-14 de Naturalización Especial. La acción prioritaria del país ahora es defender la integridad territorial.

El expresidente del Consejo Nacional de Fronteras, embajador Rhadames Batista, proclamaba en su espacio televisivo que, “la frontera es donde nace y termina la patria,” cierro la cita. Haití vive momentos críticos desde que el presidente constitucional Jovenel Moise, fuera asesinado en su residencia la noche del 7 de julio 2021. El magnicidio de Moise aún no ha podido ser descifrado y su esclarecimiento está pendiente por la justicia haitiana.

La situación actual atraviesa por momentos difíciles debido a la debilidad institucional que afecta al país y la existencia de grupos armados al margen de la ley que perpetran secuestros y toda clase de vandalismo, situación que tiene en vilo a la sociedad haitiana. Hemos escrito en esta columna, que Haití necesita un acompañamiento internacional cuyo liderazgo inequívoco está en Estados Unidos, como primera potencia mundial que ha jugado un papel protagónico en Haití desde 1915 hasta los presentes días e iniciar un diálogo diplomático del más alto nivel que interactúe con los grupos opositores, el gobierno y la sociedad civil haitiana. El objetivo es la búsqueda de una solución diplomática de consenso colectivo en democracia para restaurar el orden y la gobernabilidad. El jefe del Estado dominicano Luis Abinader, como país vecino de Haití, ha reiterado esos propósitos la búsqueda de soluciones en el plano nacional e internacional. Los otros países que entendemos cuentan con la sofisticación y experiencia negociadora para este tipo de conferencia multilateral serían además de Estados Unidos: la Unión Europea, Canadá, Reino Unido, el bloque insular de CARICOM, México, Argentina y la ONU-OEA, como organismos multilaterales y que en conjunto pueden aportar soluciones diplomáticas y alternativas para ensamblar un acuerdo político de extenso alcance social que satisfaga los mejores intereses del conglomerado haitiano. La otra cara de la moneda vendría siendo viabilizar un paquete de reformas estructurales FMI, BID y Banco Mundial, en las áreas institucionales, políticas, económicas y sociales, que requiere Haití para garantizar su estabilidad y desarrollo.

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