Resentimiento y envidia

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Juan F. Puello HerreraSanto Domingo

La envidia es un sentimiento que se aprende en largo trajinar de la vida, y tiene su origen en experiencias vividas que se han incubado en el seno de la familia. Cuando la envidia se lleva a al máximo de sus límites, conduce al envidioso al extremo de hacer daño sin temer a las consecuencias por la obsesión de lo que se entiende como una forma de ambicionar de lo que carece.

En el caso del resentimiento, se considera que constituye un estigma que impide aspirar a una vida sin preocupaciones que haga feliz y que se nutre de la hiel que amarga la existencia. Hay quienes citan a Max Scheler señalando, que “el resentimiento es una autointoxicación psíquica, un envenenamiento de nuestro interior”, que aparece generalmente cuando somos objeto de una ofensa, por esto se dice, que no “toda ofensa produce un resentimiento, pero a todo resentimiento precede una ofensa”.

Debe quedar a buen recaudo, que donde se enseñorea la envidia no puede coexistir la virtud, y aunque intentar vencerla a la fuerza es imprudente empresa, sin embargo, está el recurso de que “no hay envidia si es muy desigual la competencia”.

Queda por decir, que en el combate contra el resentimiento solo podemos vencerlo con la armadura de Dios, mediante la luz natural de la inteligencia que nos da el Espíritu Santo, que favorece el conocimiento necesario para potencializar nuestra voluntad y fortalecer nuestro carácter, haciéndonos fuertes ante cualquier mal espíritu

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