Opinión

Murió la reina. ¿Viva el rey?

La reina Isabel II ascendió al trono del Reino Unido y la Mancomunidad Británica en 1952, tras la muerte de su padre, el Rey Jorge VI. Solo hacía siete años que había terminado la segunda guerra mundial. Daba inicio la era moderna que hoy conocemos a través de sus múltiples avances y transformaciones. Nadie se imaginaría entonces que la nueva reina, que solo tenía 26 años, llegaría a desarrollar un reinado de 70 años, alcanzando una longevidad de 96.

Las irregularidades dentro del seno de la familia real británica son harto conocidas, y ya parte de la historia. Se puede citar el caso del rey Eduardo, que abdicó al trono para casarse con la norteamericana divorciada, Wallis Simpson. El príncipe Andrew está siendo señalado actualmente como autor de abusos sexuales en casos que están en trámites en la justicia. El hoy rey Carlos III se casó con Diana sin estar, aparentemente, enamorado, y mientras sostenía, estando casado, una relación sexual con una mujer, a la vez casada en esa época. En medio de todo este berenjenal familiar la Reina Isabel II se distinguía por mantener un firme matrimonio, sin máculas de su parte, con su esposo el Duque de Edimburgo. Jamás hubo ningún rumor o comentario que sacara la vida privada de la reina de la más estricta y positiva conducta personal y familiar. Ella resultó ser modelo de referencia para su país y el mundo.

La permanencia de la monarquía en el Reino Unido viene siendo objeto de discusión y análisis desde hace cierto tiempo. Tal vez la presencia de la reina era el hilo conductor que ayudaba a mantener el status quo. Con su desaparición el tema está de nuevo sobre la mesa. Hay indicaciones de que una cantidad de miembros de la Mancomunidad podrían aprovechar la especie de vacío que acaba de producirse para desprenderse de ese compromiso. Ya algunos están manifestando ese propósito. Más aun, hay rumores de que se plantea lo más grave con lo que tendría que lidiar el nuevo rey: la cohesión de los cuatro miembros que crean el Reino Unido: Escocia, Irlanda del Norte, Gales e Inglaterra. Hay quienes creen que sin la fuerza de la figura de la reina, al nuevo rey se le dificultará mantener esa unión intacta. Tal vez lo mejor que le pueda pasar al Reino Unido, en la actuales circunstancias sería un paso rápido al futuro Rey William.

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