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MIRANDO POR EL RETROVISOR

Hay que sacar el suicidio del clóset

En un taller dirigido a estudiantes de comunicación social y periodistas en el que participé como expositor, con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, conmemorado el pasado 10 de septiembre, alguien me preguntó si sería una decisión acertada dejar de publicar noticias sobre el tema.

Sería una manera – se planteó en la interrogante- de evitar que alguna persona con ideas suicidas se sienta motivada a consumarlo, solo por leer la información de alguien que se quitó la vida, especialmente cuando está involucrada una figura prominente.

Hay que admitir que el suicidio ha estado permeado siempre por el estigma, tabúes y mitos que inciden negativamente en el debate abierto que amerita uno de los temas más preocupantes de salud pública a escala mundial.

Uno de los primeros inconvenientes es que la elaboración de políticas públicas para su prevención parte de estadísticas irreales por el subregistro de casos.

El promedio de 550 suicidios por año que se contabilizan en el país está por debajo de las cifras verdaderas. Solo citaré dos aspectos. No se cuentan como fallecimientos por suicidio los ocurridos tiempo después de un intento fallido por los daños severos que sufrió la persona al procurar quitarse la vida.

No es cierto tampoco que para una muerte ser calificada como suicidio, debe comprobarse que se trató de una acción aparentemente deliberada.

Existe el llamado “suicidio indirecto”, cuando una persona considera oprobioso ese acto, pero igual lo consuma, sin cargar con la estima y el lastre para la familia que implica una muerte de esa manera.

Esas personas deciden, entonces, participar en actividades de alto riesgo, como tomar bebidas alcohólicas o drogas y conducir a alta velocidad, desafiar a otra persona aún a sabiendas de que está armada, practicar deportes extremos, rendirse ante el diagnóstico de una enfermedad catastrófica, en fin, incurrir en una serie de acciones riesgosas con la intención de morir sin que quede registrado como ese acto tan ignominioso.

El otro aspecto son los mitos. Uno de ellos considera que hablar abiertamente de suicidio es una mala idea y puede convertirse en un estímulo.

Al contrario, se ha demostrado que hablar con quienes tienen pensamientos suicidas puede ayudarles a revertir su decisión.

Y en cuanto a los medios de comunicación, el foco del taller en que participé, no sería la mejor decisión dejar de publicar informaciones sobre suicidios, porque si no lo hace la prensa, ahí están las redes sociales, donde hay menos criterio al momento de difundir cualquier contenido informativo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha planteado -y en ese aspecto los medios de comunicación podrían realizar un valioso aporte- que la difusión apropiada de información y la sensibilización son esenciales para prevenir los suicidios.

Según el organismo de la ONU, hay cada vez más indicios de que los medios de comunicación pueden desempeñar una función significativa en el fortalecimiento o el debilitamiento de los esfuerzos de prevención del suicidio.

Algunas de las recomendaciones a los comunicadores que manejen informaciones de suicidio son evitar difundir detalles como el método utilizado, el contenido de las notas que algunos dejan, fotografías y vídeos del autor y de la escena del suceso.

También evitar los títulos sensacionalistas, no dar cabida a los mitos, no colocar esas notas en un lugar destacado, manejar con prudencia los casos que involucran a figuras prominentes porque pueden influir en el llamado “suicidio por imitación”, además de respetar la privacidad y el duelo de los familiares, amigos y allegados del suicida.

Los medios de comunicación deberían valorar el aporte a la prevención de notas periodísticas responsables, así como privilegiar las historias que muestran una actitud positiva ante los estresores de la vida y diversos trastornos mentales.

Asimismo, Incluir información útil para la prevención, como líneas de auxilio oficial y de organizaciones no gubernamentales que brindan apoyo a personas bajo depresión, ansiedad y otros factores adversos.

¿Por qué los medios de comunicación son tan importantes en este tema?

Por las mismas razones que lo son en otros de igual interés colectivo, aunque lamentablemente han permanecido por mucho tiempo de espaldas al impacto de los trastornos mentales y del suicidio en la sociedad.

Por dengue han muerto hasta la fecha cerca de 30 personas en el país, y a eso se le otorga una destacada cobertura. Con el suicidio, todo indica que tendremos otro año por encima de los 600 decesos, pero no genera el mismo tratamiento.

A los comunicadores que podrían pensar que sin esos detalles su información sobre un suicidio estaría incompleta, les digo que el Código del Menor prohíbe difundir la identidad de niños, niñas y adolescentes envueltos en hechos que podrían afectar su memoria histórica. Los periodistas hemos acatado esa disposición y, ningún usuario de medios, piensa al leer la noticia que está incompleta.

Se lo resumo de la siguiente manera. Una sola vida que salvemos vale más que los miles de “me gusta”, “comentarios” y “cantidad de veces compartida” que pueda acumular una noticia sobre un suicidio, manejada con sensacionalismo y carente de un enfoque preventivo.

Nota: Las líneas de ayuda para personas con ideas suicidas son el Sistema Nacional de Emergencia 9-1-1 que está disponible las 24 horas del día y (809) 544-4223 del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud, en horario laboral.

De igual manera, la Fundación Alam Cabrera (809) 740-5339, Línea de ayuda por psicología y psiquiatría *462, entre otras instituciones que promocionan y proponen estilos de vida saludable.

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