Bienaventurados los misericordiosos
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). En esta inclinación piadosa, todas las virtudes se conjugan de forma maravillosa y limpia, y encajan bellamente en nuestro ánimo para compadecernos del mal ajeno. Porque el misericordioso es benigno, acordándose de sus propias faltas.
La retribución del misericordioso será un hecho. Quien ame será amado; quien preste ayuda será ayudado. El bien que cualquiera hace a un hijo de Dios, será hecho también con él.
“Lo que hiciereis a uno de estos pequeñitos, lo hicisteis a mí”, dice Cristo. “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia...”. (Santiago 2:13).
El verdadero creyente tiene piedad de los otros, porque no olvida que Dios ha tenido piedad de él. Las ofensas cometidas contra Dios serán perdonadas, cuando perdonemos las ofensas cometidas contra nosotros. En el padrenuestro, esta rogativa es inequívoca: “Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal”.