Opinión

Negro Veras: Un Voltaire cibaeño

“En la luz de la democracia o en las sombras de una dictadura, el periodista, el intelectual o el literato no es otra cosa que el encargado en la república de despertar la atención de los desatentos y hostigar la modorra de la conciencia popular”.

Según mis fuentes, la frase fue copiada por José Ortega y Gasset, un siglo antes de que a Ramón Antonio Veras -Don Negro para sus amigos y hasta para sus enemigos- se le ocurriese.

El pasado viernes hubo fiesta en Santiago, más exactamente en el Centro León -un templo cultural que muestra con acierto lo más hermoso y valioso de la identidad nacional-, porque don Negro presentó su más reciente obra: “Mi parecer sobre la sociedad dominicana de hoy”, que viene a ser una especie de cirugía avanzada en trece cortes (capítulos) al cuerpo social de la República Dominicana. El acto fue encabezado por los presidentes de la República, Luis Abinader; de la Asamblea Nacional, Eduardo Estrella, y del Tribunal Constitucional, Milton Ray Guevara, justo y como merece don Negro quien, a pesar de las crueldades del calendario, es un joven intelectual de 80 años, a quien el hijo del Dr. José Rafael Abinader tuvo el acierto de calificar como una voz “sincera, honesta, humanista y rebelde”, al tiempo de reconocer que no siempre está de acuerdo con sus posiciones, y especialmente (eso no lo dijo el Presidente, pero lo piensa uno) con la que en su presencia acababa de exponer el autor, a quien el país le parece tan difícil de arreglar, que hacerlo sería una dura tarea “hasta para la virgencita de la Altagracia”.

Fue en esa parte de las palabras de don Negro, en la que Huchi Lora, -invitado especial a la actividad con unas décimas de homenaje al autor-, me citó el tema de Paul Muriat: “Black is Black”, o sea, Negro es Negro. La gran fortuna de un columnista es la credibilidad de su firma, que es lo que siempre ha tenido Don Negro Veras, quien a uno siempre le ha parecido un Voltaire cibaeño que, desde aquellos heroicos Panfleteros del Santiago de su adolescencia no ha hecho más que “hostigar la modorra”, defender “a los humildes, los del montón salidos”, fiel a su pensamiento, a su verdad, y siempre dispuesto a pagar el precio “con un par”. ¡A su salud, don Negro!

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