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Haití, Caricom, EEUU; UE, Canadá y otros

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Juan Guiliani CurySanto Domingo

Cuando se produjo el magnicidio del presidente Jovenel Moise en la madrugada del 7 de julio 2021, ya se venía tejiendo la conformación de un triunvirato provisional de corte golpista para desplazar del poder al presidente constitucional por parte de sectores opuestos al malogrado mandatario. Moise cuyo ejercicio en el poder finalizaba en febrero de este año propugnaba por importantes reformas constitucionales para enderezar su país por senderos democráticos e institucionales. Entre las propuestas del líder fallecido estaban, la supresión de la Cámara Alta, y la instalación de un congreso unicameral. Otras iniciativas planteadas por el asesinado jefe de Estado eran permitir a la diáspora haitiana en el exterior el derecho al voto en los certámenes electorales y la limitación a cinco años del mandato presidencial, entre otras propuestas. Las consultas estaban previstas para celebrarse por separado ese año de 2021 al igual que la elección presidencial. Moise sustentaba que era la mejor vía de procurar un camino hacia el fortalecimiento institucional de la nación haitiana. Hemos escritos en esta columna que el camino para la normalización de la vida política, social y económica del pueblo haitiano corresponde a los mismos haitianos. Por igual, se ha pronunciado el primer ministro de Bahamas, Philip Davis, quien favorece que los haitianos son los llamados a resolver sus problemas internos. Estamos con Davis cuando afirmaba recientemente que debe haber un acompañamiento internacional a tales objetivos. Nuestra opinión, es que el bloque de la Comunidad del Caribe (CARICOM) integrado por 15 naciones caribeñas, incluyendo Haití, Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y un par de países de América Latina, que pudieran ser México y Argentina, serían – tal vez- las naciones llamadas a acompañar a ese esfuerzo internacional que asociarían propósitos comunes para restaurar las instituciones democráticas del vecino pueblo. Hay que tomar en cuenta también que la comunidad internacional ha hecho esfuerzos ingentes por traer paz y desarrollo a Haití. También, preocupa el desconocimiento de la historia haitiana antes y después del 1804, como de frecuentes planteamientos que formulan sectores de opinión muchas veces divorciados de la realidad del vecino país en la prensa local y redes sociales. Lo que debemos empuñar los dominicanos es reforzar nuestra franja perimetral colindante aplicando tecnología de vigilancia, volver hacia los programas de dominicanización de nuestro territorio fronterizo, organizando debidamente los aspectos migratorios y el comercio binacional a través de oficinas aduaneras debidamente calificadas por ambos países. Estos y otros objetivos en el marco de unas relaciones de amistad, el respeto soberano mutuo, la convivencia civilizada y la cooperación binacional, entre dominicanos y haitianos, como ha venido planteando con acierto y coherencia en foros internacionales y nacionales el presidente Luis Abinader.

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