Opinión

El presidente y su librito (¿)

Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

No solo por la tradición, sino también por la conveniencia del momento, mucha gente pensó que el presidente Luis Abinader introduciría mayores cambios en su equipo de gobierno, al arribar a los dos primeros años de gestión. Lo que iba a hacer, y como para salirse de la línea del doctor Balaguer, lo dispuso antes 16, pero se quedó corto. En el área militar fue donde hubo mayor movimiento, aunque siguió el librito de Hipólito y de Danilo, con Soto y con Paulino, respectivamente (?), dejando a Díaz Morfa como ministro. Al margen de compromisos partidarios o de aprecios particulares, con lo que se entiende que el gobernante cumplió al colocar en posiciones de primacía a quienes seleccionó para iniciar su mandato, lo cierto es que el gobierno debió aprovechar al máximo la coyuntura para relanzarse o, por lo menos, “oxigenarse” y refrescarse un poco con nuevas caras o figuras sonoras que le impregnaran nuevos aires a la gestión de Luis y del PRM, y quien sabe si hasta un cambio de rumbo. Porque al entrar en una etapa de desgaste, demandas crecientes, de críticas y de ataques desde varios frentes al activarse la campaña, entonces debe reinventarse, sacudirse y dar respuestas concretas a una serie de obras fundamentales sobre las que el presidente y el ministro de Obras Públicas han empeñado su palabra, pero todavía no se ha pasado de la promesa o del “picazo”. Y eso es peligroso, porque el tiempo va pasando, y la gente que demanda y espera va perdiendo la paciencia y calentándosele la sangre (¿). Dos ejemplos concretos de casos muy viejos, que no resisten más espera ni promesas: la solución del caos infernal de Pintura, en la 27 con Isabel Aguilar e inicio del 6 de noviembre, prometida desde cuando Diandino Peña era ministro, en el primer gobierno de Leonel Fernández. También, el arreglo del tramo carretera Rancho Arriba-Sabana Larga, unos 12 kilómetros, que presidente y ministro proclamaron que se resolvería “con o sin la Odebrecht”, que tenía la obra cuando estalló el escándalo aquel. Y nada resuelto: ni tema legal ni el mal en los dos lugares. Hace un tiempo hablamos de “bueyes cansados”, por lo que el presidente está cargando muy pesado. ¿Los buenos del equipo? Se puede contar al gobernador Valdez Albizu; a Samuel Pereyra, de Banreservas; al director de Aduana, Eduardo Sanz; al Canciller Álvarez y equipo; a los ministros Deligne y De Camps; al Jurídico Antoliano, y a Mérido Torres, de Titulación. ¿A quién más? El presidente tendrá aprecio y cariño por muchos, pero afuera – de oposición o no – se ve gente (o bultos) de la que se esperaba mejores resultados (¿).

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