Opinión

Resistiendo resilientes, los productores nacionales

“Barco parado no gana flete”, advierte un adagio cibaeño.

Poniendo caso a buen consejo, los agentes económicos nacionales se esfuerzan por lograr el éxito en sus respectivas actividades e iniciativas.

Lo colegimos del más reciente informe sobre la economía dominicana del Banco Central para el primer semestre del año 2022.

En este, el regulador monetario, ejerciendo sus funciones de orientador económico y su compromiso con la transparencia, mantiene las proyecciones de crecimiento del PIB nacional para el año 2022 en 5%. Los motores generadores de bienes y servicios están tratando de acelerar, aunque un par de ellos —construcción y minas y canteras— permanezcan estáticos o decrezcan. La causa: el impacto del contexto internacional y la inflación. En tanto, la salud se impulsó +11.6%, con una tasa de variación superada sólo por Hoteles, bares y restaurantes (+34.3%). Sobrepasó, sin embargo, a las manufacturas de zonas francas en +3%, al sector agropecuario en +9.2%, al comercio en +5% y a la enseñanza en +7%, entre otros.

La medición de qué tan activas están las empresas (IMAE) arrojó +5.8% para junio, 2022; luego de +4.8% en mayo, revelando los esfuerzos industriales por mantener el activismo, único modo de evitar que la economía recese, objetivo tras el cual aún no es posible entonar himnos de victoria porque el promedio mensual del IMAE logrado representa el 37.18% del registrado en 2021 (15.5% vs 5.63%).

Los fantasmas recesivos continúan sobrevolando las economías grandes y pequeñas; gravitando sobre los costos productivos y afectando los índices de precios al consumidor, provocando que iguales capitales produzcan menos y, entonces, que lo producido cueste más. Empujan los sistemas —incluso el dominicano— a una nominalidad que oculta desajustes y pérdidas de poder adquisitivo de monedas que, paradójicamente, se aprecian. La apreciación monetaria socialmente funcional escoge, en vez del ámbito cambiario, el del mercado; esto es su correspondencia frente a canastas de bienes y servicios. En tal entorno, el resultado monetario mundial está siendo un fiasco.

Sus híper aducidas causas son las subidas de precio del petróleo y otros bienes importados, provocadas por los “desabastecimientos”. He ahí por qué cae el poder adquisitivo a nivel mundial (inflación). Aunque se aprecien entre ellas, con el mismo dinero la gente adquiere menos que el 30% de hace un año. El poder adquisitivo es el verdadero valor monetario.

Pese a panorama tan desalentador, nuestros agentes económicos insisten, resilientes; logrando que las manufacturas crezcan +4.5%; produciendo alimentos, sustancias y productos químicos, bebidas, derivados del tabaco y metales comunes, entre otros. El BanCentral acoge las perspectivas favorables hacia este sector medidas por la Asociación de Industrias (AIRD). Esta informó que —de hecho— el sector apenas salió del riesgo, registrando en junio un Índice de Actividad Manufacturera (IMAM) de +53.4%, +3.4% sobre el +50% considerado basal, positivo. Con 190,472 puestos laborales, las zonas francas alcanzaron “el mayor número de plazas ocupadas de los últimos 22 años” y el empleo nacional total creció 3.7%, con -1.9% de desocupados.

Para contener la inflación, el Bancentral incrementó las tasas de política monetaria, de facilidad de expansión de liquidez y de depósitos remunerados.

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