El compromiso de ser justos

En medio de un examen que impartía a estudiantes de comunicación social -en un momento en que casi la mitad de los matriculados ya había entregado la prueba- quienes quedaban en el aula me pidieron que en un acto de condescendencia respondiera una de las preguntas que había confundido a la totalidad del curso.

Me negué a hacerlo, aunque a los ojos de esa parte de mis discentes hubiese quedado como un profesor magnánimo, por dos razones. La primera, no era ético, y la segunda, hubiese sido injusto, porque no se beneficiarían los estudiantes que ya habían entregado la evaluación, quizás con esa pregunta incorrecta.

Todavía en medio de los argumentos de algunos de que responder esa pregunta era un acto de generosidad, les recordé a mis estudiantes una frase del patricio Juan Pablo Duarte: “Sed justo lo primero, si queréis ser felices. Ese es el primer deber del hombre”.

Me encantan esas exhortaciones que tienen una recompensa incluida, como el único con retribución de los 10 mandamientos entregados en una tabla por Jehová a Moisés en el monte Sinaí: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se te alarguen en la tierra”.

Pienso que la frase del padre de la Patria encierra una de las mayores satisfacciones cuando actuamos con justicia, en un tiempo en que vemos tantas decisiones de fiscales y jueces condicionadas por medios de comunicación y usuarios de redes sociales.

Ser justo es un acto que genera felicidad, independientemente de que con nuestra decisión no luzcamos simpáticos ante quienes pudieran sentirse desilusionados porque contradice sus expectativas.

Es por esa razón que la prisión preventiva es actualmente la norma, cuando debería ser la excepción, convirtiéndose en una condena judicial y moral anticipada, incluso en casos donde posteriormente ha quedado demostrada la inocencia del acusado.

En medios y redes sociales sentencian por anticipado y los magistrados simplemente ratifican esas decisiones porque hay que complacer la “sed de justicia” de las audiencias. Además, ir contra esos juicios mediáticos y virales podría exponer al juez a sufrir él, en cambio, la condena moral por una acusación de “venalidad”.

Circunstancias de la vida a las que nos enfrentamos a diario ponen en evidencia el compromiso de ser justos con nuestras decisiones, dejando a un lado las simpatías, prejuicios, miedos o la conveniencia de lucir complacientes por razones de imagen ante una parte de la opinión pública.

Hace unos días, una persona que cuestiona con dureza las injusticias que se ven a diario en la sociedad, subió a su cuenta de Twitter una foto de la fiscal del Distrito Nacional, Rosalba Ramos, con el vicealmirante retirado Félix Alburquerque Comprés, cuando era presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD).

Con la imagen quería dar a entender que existe una amistad entre la representante del ministerio público y el oficial retirado acusado de matar el pasado viernes 19 de agosto al comunicador Manuel Duncan en circunstancias que están bajo investigación.

Es un acto de injusticia muy frecuente divulgar fotografías hasta de presidentes de la República junto a personas que posteriormente son acusadas de crímenes y delitos, como pretendiendo insinuar con la imagen que desde ese momento estaba al tanto de sus violaciones a las leyes o de sus conductas inadecuadas.

Unos días después vi una foto, claro fruto de sus funciones, de la procuradora general Miriam Germán Brito, la procuradora adjunta Yeni Berenice Reynoso y del director general de la Policía, Eduardo Alberto Then.

Si cualquiera de esos funcionarios fuera acusado de un hecho contrario a la ley ¿Usaríamos esa fotografía posteriormente para insinuar que los otros dos tenían conocimiento del historial delictivo del imputado?

No sería justo incurrir en la condena moral a personas que simplemente posaron con colegas para una fotografía.

Quizás los estudiantes que no “premié” con la respuesta de aquella pregunta se sintieron tristes porque tuvieron una calificación más baja, pero espero que de ahora en adelante logren siempre un 100 en justicia para que sean felices.

Quizás ese no sea su primer deber, como apuntó el prócer Duarte, pero si uno vital para ser cada día mejores profesionales y ciudadanos ejemplares.

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