Opinión

Educación para la paz

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicó su Informe Regional de Desarrollo Humano 2021 titulado “Atrapados: alta desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe”, en el que se aborda el tema de la violencia, revelando datos de alta preocupación. El informe indica que, aunque la región de América Latina y el Caribe (ALC) alberga sólo el 9% de la población mundial, registra el 34% del total de muertes violentas en el mundo. El PNUD señala que las tasas de homicidio presentadas son consideradas como epidémicas: se registra un crecimiento significativo de las tasas de homicidio intencional y de otras formas de victimización, tales como conflictos interpersonales, violencia doméstica, violencia sexual, violencia verbal, violencia política, robos, extorsiones, secuestros, entre otros tipos.

La paz es definida como un estado de bienestar que implica ausencia de violencia. Mantenerla implica un proceso dinámico, multidimensional y transversal que exige la colaboración del Estado y de la gente. Se sustenta en el respeto y la efectividad de los derechos humanos.

Construir una cultura de paz es esencial para garantizar mayores niveles de inversión extranjera y local. Alcanzar el progreso económico y social que demandan las sociedades, requiere una transformación de actitud, valores y comportamientos de los ciudadanos.

La Constitución dominicana, establece la paz como un valor supremo y principio fundamental que rige el Estado. En ese sentido, en su Preámbulo comparte este ideal con otras constituciones progresistas, como la de Colombia, Argentina, Ecuador, Guatemala, Honduras y Venezuela. La Carta Fundamental dominicana, establece en el artículo 63, numeral 13, que la enseñanza de los principios de convivencia pacífica es parte de una formación integral que coadyuve en la educación de ciudadanas y ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes.

Esta enseñanza es de carácter obligatorio en los sectores público y privado, y debe enfocarse en aspectos variados como la promoción de la solución pacífica de los conflictos, el diálogo, la búsqueda de consensos y la no violencia; el respeto de los derechos humanos; la igualdad, la tolerancia y la solidaridad; enarbolar los valores patrios y fomentar la participación democrática. Otro instrumento jurídico que consigna la paz como un elemento esencial para el desarrollo, es la Ley 1-12 de Estrategia Nacional de Desarrollo, que consigna la importancia de la educación en valores para la convivencia social y la paz.

Con el propósito de fortalecer estos mandatos y colocarnos al nivel de países como Argentina, Colombia y España, en mi calidad de legislador, he sometido a consideración del Senado de la República, un proyecto de ley novedoso que busca la inclusión en el currículo del sistema educativo dominicano (en los niveles inicial, básico, secundario y universitario) una asignatura centrada en la enseñanza de los principios y valores de convivencia pacífica y el fomento de la cultura de paz. El referido proyecto se encuentra en la Comisión Permanente de Educación del Senado de la República y esperamos contar con el voto favorable de mis colegas senadores, para su aprobación.

En la República Dominicana, la violencia que se manifiesta de diversas formas, es un problema social que se ha incrementado de forma alarmante en las últimas semanas. La educación es el primer escalón para transformar los patrones de violencia que nos afectan y restablecer los niveles de paz. Mahatma Gandhi lo expresó con meridiana claridad: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.

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