Opinión

La creciente radicalización del presidente de México

Andres OppenheimerSanto Domingo

La creciente radicalización del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador a medida que se acerca el final de su mandato de seis años es algo que está pasando casi desapercibido en Estados Unidos, pero que tendría que estar haciendo sonar las alarmas en todo el continente.

Quizás para desviar la atención pública de una economía estancada, una inflación creciente, un aumento de la pobreza y la violencia de grupos del crimen organizado, López Obrador está buscando cada vez más el aplauso de la extrema izquierda de su base. Fíjense algunas de las cosas más recientes que ha dicho o hecho: En las últimas semanas, López Obrador ha subido de tono sus discursos contra la denuncia formal de Estados Unidos y Canadá de que su gobierno discrimina a las empresas privadas de energía y, por lo tanto, estaría violando el tratado de libre comercio de Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC). López Obrador dijo que el T-MEC no puede darse “a costa de nuestra dignidad”, y anunció que responderá a la denuncia de Estados Unidos durante un desfile militar del Día de la Independencia de México el 16 de septiembre. Eso suena como un mal presagio. La posibilidad de una disputa comercial del T-MEC está causando gran ansiedad en los círculos empresariales de los tres países. México depende del mercado estadounidense para más del 78% de sus exportaciones.

López Obrador anunció recientemente que ha contratado a 500 médicos cubanos para que vengan a México bajo un contrato con el gobierno cubano. Los grupos de derechos humanos dicen que estos contratos de Cuba son una forma de esclavitud moderna, porque la dictadura cubana se queda con la mayor parte del salario de estos médicos.

El partido de López Obrador, Morena, dijo en su cuenta oficial de Twitter el 13 de agosto, con motivo del aniversario del nacimiento del fallecido dictador cubano Fidel Castro, que “su historia, su lucha y resistencia son hasta hoy sinónimo de dignidad para millones de seres humanos alrededor del planeta.”

En junio, López Obrador boicoteó la Cumbre de las Américas del presidente Biden en Los Ángeles, tras advertirle a Biden que no asistiría a la cita a menos que también fueran invitados Cuba, Venezuela y Nicaragua. La ausencia de López Obrador fue un golpe para la Cumbre de Biden, que intentaba reunirse con todos sus homólogos de América Latina y el Caribe.

México fue uno de los pocos países que se abstuvo en la reciente votación de la Organización de los Estados Americanos que condenó a Nicaragua por sus ataques a la Iglesia Católica, e instó al país a liberar a todos los presos políticos. La resolución fue apoyada por 27 países, incluida Argentina, cuyo gobierno suele votar junto a México en organismos internacionales.

Quizás más preocupante aún para el futuro de México, López Obrador ha subido de tono en los últimos meses sus diatribas verbales contra el Instituto Nacional Electoral, la respetada agencia independiente que supervisa las elecciones de México. López Obrador dice que dejará la presidencia al final de su mandato en 2024, pero algunos políticos opositores dudan de su promesa.

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