Opinión

Alma abatida

Daniel Johnson BenoitSanto Domingo

“¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío”, Salmo 42:5. El alma se abate cuando las respuestas a sus necesidades se demoran. Promesas incumplidas y sueños truncados que desalientan el alma.

El salmista hace un vehemente llamado a esperar en Dios. Él nunca falla, siempre está ahí, escucha el clamor de los abatidos. Sus promesas sí se cumplen.

Por tanto, la sabia decisión es una expectación de adoración al Dios infinito y personal que nos ha salvado por medio de su Hijo Jesús.

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