La percepción política
Según Diego Paniagua, estratega político argentino, la percepción es insustituible en la carrera hacia el éxito en un proceso electoral.
Dice que la gran mayoría de los votantes son irracionales a la hora de sufragar y que la emoción es más poderosa que la razón en ese aspecto. Más aún si tomamos en cuenta que el voto del iletrado tiene el mismo valor que el de un abogado o un ingeniero.
Y es cierto: la percepción es tan poderosa que mucha gente vota por un candidato solo por el hecho de entender que va a ganar.
De ahí que para muchos, la percepción de la población pesa más que las buenas intenciones, que la reputación del candidato y hasta que la preparación del mismo.
Alberto Fujimori superó al archiconocido premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa en las elecciones generales de Perú del año 1990 y este candidato solo superaba al escritor en percepción: la gente creía que con Fujimori el país podía avanzar más, confiaban más en “el chinito”, independientemente de las alianzas y estrategias que se dieron posteriormente para la segunda vuelta del proceso.
Lamentablemente la percepción desorienta porque impide que la decisión de votar se lleve a cabo a partir de un análisis Inteligente y racional. De ahí que los candidatos populistas tengan tanto protagonismo en Latinoamérica porque su liderazgo se forja a partir de promesas y posturas sustentadas en el deseo único de hacerse graciosos.