¡El vuelo de las Mariposas en el Teatro Nacional!

A Sina Cabral, por las mariposas, a Nashla, a Hony, Coral, Diana, Judith, Adalgisa, Ana…)

Porque la vida es montaraz tutela del inconsciente social e histórico coexistiendo en la infinita búsqueda del amor y la dignidad, creadas en los intersticios de la reparación humana, en la propuesta de una racionalidad sujetada a principios, a estrenos de nuevas utopías donde convergen abismos y cielos, donde se alzan valores, ideas móviles, el corazón herido de una vocación de servicio, de una súbita floración del sentido de una causa, de un absoluto que es más grande que la secreción tutelar de la evolución de las especies. Se trata de la conciencia granítica en un ideal de perfección o en una resistencia de recatos. Martí que es el pensador más puro y noble de las gestas de liberación de América, llegó a decir, que hasta hermosos de cuerpos se volvían los seres que luchaban por ver libre a su Patria. La subjetividad enamorada de un sentido para vivir es valiosa. El culto denodado a un sistema de perfección libera el alma de una pesadez de medianías, de una vaciedad absoluta de sentido. Ahora que “todo es todo y nada es nada” en el “lenguaraje” de la villanía, ahora que se acorrala la perfección de la palabra, y la turbamulta ignara anula el pensamiento y simplifica su oralidad a gemidos simiescos y guturales, subiéndose al carrusel de la cibernética, se hace más perentorio que nunca tocar las puertas del alma, elevar la cuota primigenia de la evolución física y espiritual buscando los prototipos del patriotismo, del decoro, la continuidad de la belleza y el sentido de vivir. Es exactamente lo que acaba de suceder en la sala augusta de nuestro Teatro Nacional durante algunas presentaciones del espectáculo “Mariposas de Acero”, un musical nuestro creado por Waddys Jaquez y Pablo García. Ellos definen su musical con precisión cuando dicen: “Llevar esta historia a las nuevas generaciones es más que un compromiso, es un deber, una asignación pendiente que hoy estamos encaminados a cumplir. Ojalá que el salir del teatro nuestros jóvenes y adultos regresen a sus vidas entendiendo la importancia que tienen no solo estas tres heroínas de Ojo de Agua, sino también todos los seres anónimas que protagonizaron ese momento histórico que indiscutiblemente forma parte de la zapata sobre la cual se construyó nuestra democracia”. Ante Waddys y Pablo creadores de esta maravillosa y gigantesca escenificación, me permito citar a Fito Páez como introito: “Quién dijo que todo está perdido/Yo vengo a ofrecer mi corazón/Tanta sangre que se llevó el río/Yo vengo a ofrecer mi corazón/No será tan fácil, ya sé qué pasa/No será tan simple como pensaba/Como abrir el pecho y sacar el alma/Una cuchillada del amor…/Cuando no haya nadie cerca o lejos/Yo vengo a ofrecer mi corazón/Cuando los satélites no alcancen/Yo vengo a ofrecer mi corazón…”. El homenaje a Patria, Minerva y María Teresa, a Manolo y a una generación con “estrellas en la frente” en estos tiempos escabrosos, es un aporte a la conciencia democrática del país. Sobre la tarima del Teatro, levitaron artistas, actrices, luminarias, seres tocados súbitamente por un resplandor de luces, como si esa noche, el mundo se creara de nuevo, para habitarlo con seres agradecidos. ¡Gracias Waddys, gracias Pablo!

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