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Abinader, dos años de promesas

El presidente Luis Abinader arriba a la mitad de su período con la presión de sacudir su estructura e integrar funcionarios eficientes porque su administración no puede exhibir el cumplimiento de sus promesas de rebajar el precio de los alimentos, la seguridad ciudadana ni la legislación sobre los combustibles y, en cambio, evidencia falta de liderazgo en el Congreso y el despido de sus dos principales armadores políticos.

Lo más relevante de este momento político que requiere de personal de confianza es que su armador político, Roberto Fulcar, y el coordinador con el sector empresarial, Lisandro Macarrulla, fueron despedidos por supuestas malas artes. Se quedó sin los vínculos y ambos afearon la imagen de su gobierno.

A lo largo del presente ejercicio se ha visto un gobierno plagado de renuncias, despidos y acusaciones de corrupción al tiempo que hay alejamiento del PRM; es decir, que no hay un fuerte vínculo con la estructura de campaña para la reelección.

La reciente agitación en el PRM por la demanda de los senadores para presidir el hemiciclo mostró un Abinader sin el liderazgo para colocar su selección política. Eduardo Estrella tendría otro año a cambio de colocar un perremeísta el año próximo. Hubo de negociar presidencia y vocería.

El discurso del martes será hueco y con otras promesas que no cumplirá porque el calendario político por delante es complicado, con menos recursos y más problemas. No hay una obra de envergadura que mostrar y sí disgustos.

El presidente Abinader se ha centrado en exhibir como joya la lucha contra la corrupción –algo que también ha germinado en su gobierno– y aun no hay condenas que sellen las acusaciones.

Creo que Abinader carece de fuerza para continuar con la reelección. Las encuestas muestran que cede terreno a la oposición y se apaga la gente con las cuales ganó el poder como Fulcar, Macarrulla y Faride Raful. Han pasado dos años mal gastados.

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