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Al cumplir 55 años

Cuando llegué a los 55 años, una gran amiga tuvo el detalle de enviarme, -custodiado el texto por mi vino preferido-, unas reglas básicas para aplicar a la vida en este otoño al que, en una de sus composiciones más sentidas, Alberto Cortez llamó “la parábola de uno mismo”. Veamos algunas de ellas.

Es hora de usar para usted el dinero que ahorró durante toda su vida. (Recuerde que no hay nada más peligroso que un yerno con ideas). No es época de inversiones por maravillosas que parezcan, estas solo le traerán angustias y esta época ha de ser de mucha paz y tranquilidad.

Si es para Ud., compre siempre lo mejor y más fino. Después de muerto uno, el dinero solo genera odios y rencores entre herederos.

Mantenga vivo el amor siempre. “El hombre tiene la edad de la mujer que lo ama”.

Esté en todo momento limpio. Frecuente al peluquero, y nada de ser muy moderno, sea clásico.

No caiga en la tentación de vivir con los hijos. Consiga más bien un ama de llaves que le acompañe, y sólo tome esa decisión cuando considere que el fin está cerca.

Hable poco y oiga más, pues su pasado sólo le interesa a usted mismo. Si alguien le pregunta sobre esos asuntos, sea breve y procure hablar de cosas buenas y agradables.

Jamás se lamente de algo. Los dolores y las molestias estarán siempre presentes, no los vuelva más problemáticos de lo que son hablando sobre ellas.

No permanezca tan apegado a la religión, rezando e implorando todo el tiempo como un fanático. Lo bueno es que en breve podrá hacer sus pedidos personalmente Ría, ría mucho, ría de todo, usted es un suertudo. Usted ha tenido una larga vida y la muerte será solamente una nueva etapa incierta, como es de incierta toda la existencia.

Frecuente los lugares donde fue feliz sin ceder ni un momento a la nostalgia.

Finalmente, lea y relea los libros fundamentales de su vida, aliméntese de la santa poesía, y siga el consejo mítico de Mario Benedetti:

“No te rindas/, por favor no cedas/ aunque el frío queme/, aunque el miedo muerda/, aunque el sol se ponga/ y se calle el viento/. Aún hay fuego en tu alma/, aún hay vida en tus sueños/, porque cada día es un comienzo/, porque esta es la hora y el mejor momento”.

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