Opinión

Haití y la búsqueda del tiempo perdido

De tiempo en tiempo los dramas humanos resurgen, vuelven a los titulares a pesar de que, siempre estuvieron ahí, como pasa ahora con Haití, el drama de un conglomerado humano atrapado en un tiempo circular en el que parece imposible zafarse de la historia de muerte y miseria.

Y los medios hacen reclamos para que se preste atención a la crisis y la violencia de la nación más pobre del hemisferio, urgida, hoy más que nunca de recuperar el tiempo perdido y encontrar la ruta del bienestar para su gente.

De pronto con una marcha aquí, que busca llamar la atención de la comunidad internacional sobre el drama que representa la situación de ese país y la crisis migratoria que nos provoca, con barcos de hasta 300 almas devueltos al llegar a las costas de la Florida, con una declaración de la OEA o del papa, recordamos la tragedia que siempre estuvo allí.

Y el drama diario de 12 millones de personas vuelve a ser noticia y motivo de editoriales de medios que no siempre recuerdan a Haití, como el Washington Post y de medios que con frecuencia reseñan sus penurias como el Listín, como voces que claman en el desierto por acciones concretas para parar la tragedia.

En nuestro país asidos de Machado voces de la intelligentsia local con rangos ministeriales, embisten a quienes respondieron al llamado del Instituto Duartiano acudiendo a la marcha del domingo afirmando que “es peligroso reclamar política migratoria desde el desprecio”.

Como si no fuera cierto que aún estamos lejos de tener una política migratoria real y sensata, como si no fuera cierto el impacto de esa migración en RD.

Este lunes la Organización de Estados Americanos, OEA, ha hecho un vehemente llamado a la comunidad internacional con relación a la situación de Haití, cualquiera preguntaría. ¿Y donde estaba la OEA, todos estos años?

O como se ha preguntado el periódico Le Nouvelliste. “¿La OEA juega a Poncio Pilatos? ¿Nos está dando un llamado de atención? ¿O administra la extremaunción de nuestra estupidez?” Sobre esta crisis ha hablado el presidente Luis Abinader junto a los presidentes de Panamá y Costa Rica, del presidente Biden y del papa Francisco, en este concierto de preocupaciones parece faltar la declaración del presidente francés Emmanuel Macron.

El precio que Haití tuvo que pagarle a Francia por su libertad, no es la única causa de su miseria. como parece sugerir un amplio, interesante y bien realizado reportaje de periodistas del New York Times.

Para nosotros, aunque parezca una herejía, el origen está en un efecto colateral, indeseado de la justa lucha por la libertad de los esclavos, que destruyó para siempre la industria azucarera que ya florecía al estallar la revolución. Pero esa es otra historia.

No será necesario resucitar a Marcel Proust para reescribir 7 tomos de En Busca del Tiempo Perdido, la comunidad internacional tiene ahora, que suenan las campanas por Haití, la oportunidad de oro para propiciar acciones que permitan a esa nación retomar el camino.

Las historias de reconstrucción de países asolados por las guerras, como Japón, de países reconstruidos desde cero como Israel, pueden servir de base para la reconstrucción de una nación asolada, por siglos de opresión, miseria y violencia.

Ojalá, algún día se pueda hablar allí, como Proust, de El tiempo recobrado.

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